A pocas horas de cerrar el 2015 nos preguntábamos si el año que se va ha sido el año de las rupturas. Durante 12 meses hemos visto caer una detrás de otra diferentes parejas que nadie esperaba ver separadas. Pero una relación sentimental no se rompe con la ruptura. Hay algo peor: el divorcio.
Cuando una pareja pide los papeles de la separación empieza una etapa que suele ser oscura, no solo por lo difícil que ya de por sí es una ruptura, sino porque entran en juego intereses económicos y jugarretas familiares. Y cuando hay dinero de por medio todo puede ser mejor...o mucho peor.
Los famosos saben lo que es bregar con divorcios traumáticos, que se alargan durante años y que les drenan no solo a nivel emocional, también financiero. Cuando de la dos partes hay una que aporta económicamente más que la otra, si los lazos se rompen también se rompe la confianza.
Por eso en América es tan habitual el uso de los contratos conocidos como 'pre-nups', en los que las diferentes partes suelen poner condiciones si el amor se acaba. Y no se trata solo del dinero a repartir, sino de las custodias de los niños, los bienes inmobiliarios, gestión de empresas, etc. Los hermanos Coen hicieron una película sobre este tema, 'Crueldad intolerable', que se reía muy sanamente de la locura de la fauna hollywoodiense y su afán por los contratos prematrimoniales.
Pero ¡ay! estos contratos a veces aligeran el proceso y alivian a alguna de las partes. Que se lo digan sino a Paul McCartney: cuando se iba a casar con Heather Mills la modelo le propueso hacer un pre-nup para que el Beatle blindara su fortuna. Él dijo que le parecía "poco romántico". Cuatro años después ella le pedía el divorcio y se quedaba con la mitad de su dinero.
Otros firmaron pre-nups pero se los pasaron por el forro: es el caso de Ivana Trump (que le faltó quedarse hasta con los ladrillos de la famosa torre de su ex) y los Albertos, el dúo de primos que se casó con las hermanas Koplowitz en los 70 y que protagonizaron los divorcios más jugosos de finales de los 80.
En otros casos no hay pre-nup que valga, hay que partir peras y recibir lo que a cada uno le corresponde: después de su divorcio de Antonio Banderas, Melanie Griffith se queda con el corazón roto pero una pensión de 60 mil dólares y una casia en Aspen. ¡Que me aspen a mí si a si no se divorcia cualquiera!
Repasamos en esta galería de imágenes los divorcios más sonados y más caros de los últimos años.