Lola Orellana, la hija mayor de Rosario Flores ha cumplido 18 años. La joven, que desde el mes de septiembre está estudiando en Londres, está muy unida a sus padres y a toda su familia.
Amante del teatro y de la actuación, parece que a Lola el gusanillo del mundo del espectáculo le ha picado a una edad temprana. Y no nos sorprende. La bella adolescente proviene de una de las familias con más arte de nuestro país. Su abuela, ‘La Faraona’, dueña de un portentoso duende, era capaz de arrasar un escenario con su voz rota y su gracia bailando, dos características que heredó de manera directa su madre, Rosario.
Carlos, su padre, tampoco anda escaso en lo que a talento sobre el escenario se refiere; él, eso sí, ha orientado su carrera a la biodanza, disciplina de la que se ha convertido en un verdadero experto, algo que enorgullece enormemente a Lola, como bien ha dejado constancia en sus redes sociales.
Lola, la única nieta haber heredado el nombre de la matriarca del clan Flores, pretende continuar con la tradición familiar de llevar una vida apegada a las tablas, pero en lugar de hacerlo cantando, lo hará interpretando, porque a su corta edad parece tener muy claro lo que quiere, que no es otra cosa que ser actriz. A Londres se ha trasladado para terminar sus estudios de bachillerato y, de paso, hacer algún curso de interpretación, puesto que así se define ella, “estudiante de teatro”.
Tan familiar como todos sus primos, la joven Lola demuestra que ser una Flores significa tener un apego absoluto a los tuyos, a pesar de que cientos de kilómetros la separen de su familia. El último de sus gestos ha sido apoyar la nueva aventura teatral de su tía Lolita en el Español, donde colgó la semana pasada el cartel de “no hay localidades” con el estreno de la obra ‘La Plaza del Diamante’.
A pesar del divorcio de sus padres, cuando esta sólo era un bebé, Lola siempre ha tenido una estupenda relación con ambos, especialmente con su madre, con quien ha vivido todos estos años y quien se convirtió en uno de sus apoyos mayores cuando sufrió un episodio de extorsión en la red cuando sólo tenía 13 años.
Hoy Lola es una joven feliz de 18 años, que trata de dar sus primeros pasos en un mundo que ha conocido desde que nació, mientras termina sus estudios en la capital del Reino Unido, una experiencia que, a buen seguro, le enriquecerá enormemente. Pero, de momento, ella pasea despreocupada por Carnaby Street, mientras se ríe de cómo escriben su nombre los británicos.