Las lágrimas desconsoladas de Sonsoles Ónega en pleno directo

La presentadora Sonsoles Ónega no ha podido evitar emocionarse al escuchar en 'Y ahora Sonsoles' a Albert Espinosa, quien ha relatado cómo surgió 'El camino a casa'

Lorena López
Lorena López

Periodista especializada en corazón y televisión

Sonsoles Ónega

Sonsoles Ónega se derrumba en directo

Atresmedia

Sonsoles Ónega (45 años) ha recibido a Albert Espinosa (49 años) solo horas antes del estreno de 'El camino a casa' (laSexta, 22:30 horas), un nuevo programa de entrevistas en el que el escritor y director invita a sus seis protagonistas a rehacer el camino que tantas veces hicieron del colegio a sus hogares. Visitaba 'Y ahora Sonsoles' para promocionar el estreno y desgranar algunos de sus detalles como el origen del formato. Sabía que había mucho de qué hablar, pero lo que la presentadora no se imaginaba es que no podría evitar emocionarse al escuchar su relato. 

'El camino a casa' surge de una experiencia personal de Albert Espinosa. El escritor y ha hablado en muchas ocasiones el cáncer que padeció de los 14 a los 24 años, incluso ha escrito algunos de sus libros, como 'Mundo amarillo' o 'Pulseras rojas', basándose en sus vivencias. También con la intención de trasladar una idea clara: "Creo que la vida se trata de convertir pérdidas en ganancias".

Entre las muchas consecuencias que sufrió por el cáncer, están la pérdida de una pierna, un pulmón y un trozo de hígado. "Siempre digo que no perdí una pierna, sino que gané un muñón. No perdí un pulmón sino que aprendí que puedes vivir con la mitad de lo que tengo. El hígado me lo quitaron en forma de estrella así que pienso que tengo un sheriff dentro de mí", ha contado con una sonrisa en la cara.

Sonsoles Ónega

Sonsoles Ónega se emociona al escuchar a Albert Espinosa

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El relato de Albert Espinosa emociona a Sonsoles

Al escuchar el relato de Albert Espinosa, Sonsoles no era capaz de contener sus lágrimas. Fue el propio escritor el que debuto la entrevista al ver la emoción de la presentadora. "A mí me encanta mirar el grosor de las lágrimas de la gente y es tan precioso el grosor de tus lágrimas. Supongo que te lo habrán dicho ya", respondía Albert mientras Sonsoles trataba de recomponerse. Para darle algo más de tiempo para hacerlo, continuó con su relato. 

Durante su estancia en el hospital conoció a muchos otros que, como él, estaban sufriendo la enfermedad. "El niño más inteligente y guapo del hospital murió con 11 años, y él siempre me decía que quería volver a hacer el camino a casa. Yo me quedé con esa idea y cuando él murió, quería que lo incinerasen y que nos regalasen a todos relojes de arena, pero que en lugar de tener arena, tuvieran sus cenicas. Quería que con eso entendiéramos que la muerte era vida", comentó ilusionado. "Este programa lo hice en honor a él y creo que le hubiese hecho muy feliz ver tu emoción porque tienes una cara tan bonita", le dijo antes de acabar fundidos en un emotivo abrazo. 

Sonsoles trató de recomponerse, pero ni las palabras de ánimo de su visita terminaron de cortas sus lágrimas. "Es la manera que tienes de contarlo. Eres muy mágico. Haces magia con las palabras, que es lo único que tenemos los seres humanos para comunicarnos y me parece que muy emocionante que hoy estés aquí, contándolo. Tu naturalidad emociona", le dijo.

Jesulín, el primer invitado de 'El camino a casa'

Jesulín de Ubrique (49 años) es el primero en ponerse la mochila amarilla para volver a hacer 'El camino a casa'. Le acompaña Albert Espinosa con un firme objetivo: "Quiero que te emociones". Durante algo menos de una hora de metraje, el torero y el escritor pasean por los pasillos del colegio al que fue el de Ubrique, acuden al campo al que siempre iba tras las clases y visita el lugar en el que "empezó todo". 

El torero visita lugares que hacía más de 30 años que no veía. También recuerda algunos momentos que creía olvidados y hace confesiones como en qué gastó el primer dinero que ganó o cómo fue su primer beso: "En una escalera. Ella iba para casa. Nos chocamos los labios y salimos corriendo". Jesulín se emociona en varios ocasiones: cuando se reencuentra con un profesor de la infancia, cuando regresa a la finca que su padre casi vende un día o el lugar donde estaba el cine que dinamitó que se convirtiera en torero. También recuerda sus primeros pasos en el mundo del toreo en un pueblo en el que no había plaza de toros. "Teníamos una portátil", recuerda.