En Sálvame sabes cómo entras pero no cómo sales. Lydia Lozano pensaba que iba a tener una tarde tranquilita, relajada, una tarde de las que se lo pasa bien y baila el chuminero. En su lugar, se encontró la situación más difícil que ha vivido en los últimos años. Su futuro en el programa estaba en las manos de Kiko Hernández. La colaboradora podía perder su puesto de trabajo por una decisión de su compañero. Y, lo peor, nunca pensó que Kiko iba a actuar así...
El juego de las tentaciones de Supervivientes ha llegado también a Sálvame. Como en la isla, los colaboradores del programa han ido recibiendo suculentos premios a cambio de raparse el pelo al estilo María Jesús Ruiz. Un reto que ninguno había decidido aceptar, al menos, hasta la fecha. ¿Cómo van a quedarse sin pelo con lo que les gusta presumir de melenaza en directo? Claro que si la 'recompensa' es lo suficientemente sustanciosa, cualquier puede cambiar de opinión a la mínima.
Kiko Hernández recibía, ayer, la más complicada. Si accedía a raparse el pelo, su compañera Lydia Lozano dejaría de trabajar cuatro días a la semana para hacerlo solo uno. Los nervios se instalaban en plató. Todo el mundo sabe la tensa relación que han mantenido a lo largo de los años, pasando de íntimos a enemigos y vuelta a empezar. ¿Qué elegiría Kiko? Desde luego, la colaboradora no las tenía todas consigo.
“Creo que es la primera vez que vengo así, regular...”, afirmaba Manuel Zamorano al pisar el plató. El peluquero iba a ser el encargado de rapar a Kiko si este accedía al juego. Hernández no quiso hacer esperar más y se puso en pie para dictaminar sobre el futuro de Lydia. “Si me rapo, esta señora, en lugar de cuatro, vendrá un día a la semana”, explicaba. “Mi decisión es la siguiente: ¡Manuel, rápame!”. Lydia se derrumbaba en directo.
El peluquero comenzó a quitarle pelo a Kiko mientras su compañera no podía soportarlo. Lydia se veía ya en casa y no entendía nada. Tampoco el resto de los colaboradores, que pedían a Kiko que se lo pensase dos veces. De repente, giro de guión. “¡Para!”, grita Kiko. “Yo nunca jugaría con el trabajo de nadie y menos con el tuyo, Lydia”. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? “Me raparía el pelo para que, en vez de cuatro días, vinieras cinco”. Madre mía, qué infarto...
Lydia se abrazaba a Kiko sin poder dejar de llorar. “Te juro que me lo he creído”, le susurraba al oído. La colaboradora pensaba que no iba a pisar ya más el plató del programa. El juego ha sido terrible pero poder ver a Kiko y Lydia juntos y feliz casi ha valido la pena. “Encima, ahora me voy feliz”, bromeaba Lozano tras la tensión. En Sálvame, todo es posible.