¿Qué podrían tener en común dos mujeres tan diferentes como Isabel Pantoja (66 años) y Carolina de Mónaco (66 años)? Una, reina de la copla, nacida en el seno de una familia trabajadora, y la otra, una princesa del estado con la mayor renta per cápita. Así, de primeras, encontramos más puntos que las separan de los que las unen; pero, lo cierto, es que los hay. Y no son pocos. Pantoja ha sido la primera en percibirlos y, quizás, este sábado 25 de marzo, cuando esté ante la heredera de Grace Kelly en el Baile de la Rosa se atreva a decírselo.
Isabel Pantoja viaja el viernes hasta Mónaco porque ha sido invitada por unos buenos amigos a acudir al evento solidario de la élite: el Baile de la Rosa. Una de las fiestas más célebres entres la jet, por la que se puede llegar a pagar hasta 3.000 euros por cubierto. Lo hace acompañada de su inseparable Agustín, su mano derecha, su todo. Quizás ahí se da la primera similitud con su anfitriona. Carolina de Mónaco y todos sus hermanos se han esforzado en mantenerse unidos. Pese a las envidias, las malas decisiones… por encima de todo eso, prevalece ser Grimaldi, y eso borra todas las rencillas. A Isabel le ha pasado exactamente lo mismo. La artista da un tremendo peso a su apellido. Ser Pantoja está por encima de todo y de todos. A pesar del distanciamiento de su hermano Bernardo, Isabel y Agustín estuvieron a su lado en su lecho de muerte. Todo quedaba olvidado.
Pero con lo que Isabel Pantoja de verdad siente una conexión cósmica con Carolina de Mónaco es con que las vidas de ambas quedaron para siempre truncadas debido a un accidente que acabó, de golpe, con su felicidad y su alegría. Con su amor. “Siempre he tenido un cariño entrañable por Carolina”, desvela la artista a Hola, “nunca nos hemos conocido pero las dos hemos tenido unas vidas paralelas. Las dos tenemos la misma edad, pasó lo mismo de la noche a la mañana…”. Las dos experimentaron la pérdida brutal del amor de sus vidas cuando un capricho del destino se lo arrebató. A Carolina, en un accidente de barco, y a Isabel, en plena faena. Stefano y Paquirri se desvanecieron de las vidas de sus familias y estas quedarían marcadas para siempre. “Me sentí tan unida a ella en ese momento. 'Dios mío —decía—, ¿quién pudiera abrazar a esta mujer, abrazarnos las dos y sentir esa pena que tenemos en este momento?'".
El dolor une y, en el caso de ambas mujeres, parece haberles dejado una impronta indeleble. Tras ese amor, como no volverán a tener otro, las dos se ilusionaron de nuevo. En el caso de la princesa Carolina, hasta se casó. Pero, a ambas, el príncipe les salió rana.
Y qué decir de las madres de estas dos mujeres. Carolina de Mónaco puede asegurar que su progenitora conformó uno de los ‘star system’ más rutilantes de Hollywood en su época dorada, mientras que Isabel presume de que la suya alcanzó tanta popularidad que, gracias a ella, se acuñó la expresión ‘la madre de la Pantoja’. Cada una, estrellas en lo suyo. Tanto una como otra tenían devoción por las mujeres que les dieron la vida. Lamentablemente, en el caso de Grace Kelly y de Carolina, estas no dispusieron de todo el tiempo que les habría gustado tener. La actriz falleció en accidente de tráfico con solo 53 años. Doña Ana apuró hasta el último instante de su vida con su hija. Isabel se volcó en los cuidados de su madre, a la que, dice, recuerda “a cada segundo”.
Unidas por la fuerza de la sangre y por la pena, no es de extrañar que Isabel Pantoja quiera mover hilos, tal y como asegura Semana, para darle a Carolina, al fin, ese abrazo que quiso darle hace 39 años y que jamás pudo ofrecerle.