La vida no es un cabaret
Con 16 años, encogía el corazón de medio planeta cantando aquello de que la felicidad estaba “en algún lugar más allá del arco iris”. Un lugar que Judy Garland se pasó toda la vida buscando y que nunca encontró en ninguno de sus cinco matrimonios. Siendo aún una niña, tomaba anfetaminas para rendir en los rodajes. De mayor, llegaron el alcohol y los barbitúricos, que le ayudaron a atravesar sus cinco matrimonios fallidos y las épocas en que su voz se negaba a salir. Murió de una sobredosis de sedantes a los 47 años.
Liza, hija de Judy Garland y el director Vincente Minnelli, tenía 23 años cuando su madre murió. Liza, que había vivía vivido incontables intentos de suicidio de su madre y los había calificado de “tonterías para llamar la atención”, encajó muy mal su muerte. En esa época fue cuando se ‘enganchó’ al Valium y el alcohol –“una enfermedad heredada”, como ella la llama– empezó a ser una constante en su vida. La vida de Liza ha tenido un paralelismo increíble con la de su madre: se ha casado cuatro veces y ha tenido serios problemas de voz. Quizá no ha encontrado ese lugar al otro lado del arco iris, pero hoy disfruta apaciblemente de su condición de icono de 68 años.
¿Una historia de amor?
La vida de Ryan O’Neal (73) no tiene nada que ver con la de la película que le lanzó al estrellato, ‘Love Story’. Las drogas y las fiestas le han gustado demasiado. De su primer matrimonio, con la ya fallecida actriz Joanna Moore, nació Tatum (50), que con solo 9 años ganó un Oscar por ‘Luna de papel’. Tatum ha crecido con serios problemas de adicción a la cocaína, y en un libro ha relatado cómo, a los 15 años, su padre, el mismísimo Ryan O’Neal, el galán por el que suspiraban todas las chicas en 1970, le aconsejó que recurriera a la droga para hacer frente a los problemas de peso. De la legendaria relación entre Ryan O’Neal y Farrah Fawcett, los Brad Pitt y Angelina Jolie de los 70, nació Redmond, adicto desde la adolescencia. Después de que padre e hijo fueran detenidos juntos por posesión, Redmond (29) volvió a prisión. Le fue dada una dispensa especial para ir a despedirse de Farrah Fawcett, enferma terminal de cáncer. Al entrar en el hospital no le quitaron las esposas de las manos ni de los pies.
Trsiteza inevitable
Desde que era una adolescente, Peaches Geldof, la hija del músico Bob Geldof, uno de los hombres más famosos y queridos del Reino Unido, vivió su vida en el escaparate. Las fiestas, las drogas, los vestidos, los abruptos cambios de peso. El tiovivo dejaba de girar cuando, a los 23 años, se casaba con el músico Thomas Cohen y se entregaba a ser madre de Astala, una niña, y Phaedra, niño. Sin embargo, la felicidad familiar no era tal. Este pasado 7 de abril, Peaches (25) fue hallada muerta en su domicilio de una sobredosis de heroína. Con ella estaba Phaedra, su bebé de 11 meses. Dicen los que la conocen que Peaches heredó la profunda sensación de tristeza de su madre, la presentadora de televisión Paula Yates. Paula murió cuando Peaches tenía 11 años, en casi calcadas circunstancias. Por entonces, Paula (41) estaba divorciada de Bob Geldof. Fue hallada muerta por una sobredosis de heroína en su casa de Notting Hill mientras cuidaba de su hija Tiger Lily, de 4 años.
Comprarle droga al padre
Ángel Cristo fue el último gran domador de fieras de nuestro país, pero no pudo con las dos que más importaban: el alcohol y la cocaína. La adicciones arruinaron su matrimonio con Bárbara Rey y sus posteriores relaciones segaron su relación con sus hijos, le llevaron a la ruina económica y a perder su circo, le abocaron a la depresión, le deterioraron físicamente hasta convertirlo en irreconocible y prácticamente le llevaron en volandas hacia la muerte, que, tras varios amagos, le atrapó a los 66 años.
Bárbara Rey explicaba en una entrevista a LECTURAS que su hija “Sofía empezó a fumar porros a los 15 años y después siguió con cosas más peligrosas con su padre. Ella siempre congenió mejor con él. Yo pensaba que era una cuestión de carácter, pero después comprendí que era una cuestión de adicción. Su padre la utilizaba para mandarla a comprar cocaína”. Cuando Bárbara se enteró, lo denunció. Sofía (31), tras pasar por un durísimo proceso de desintoxicación, nos contó que ella y su padre nunca se drogaron juntos. “Sí, llegué a consumir su droga por mi cuenta. Pero, vamos, él se drogaba delante de mí. Imagina lo enfermo que estaría para hacer eso delante de su hija”. Sofía dice que ha hererado su “vulnerabilidad”.
Dos años de aislamiento
En 1992, el mismo año en que triunfaba en las pantallas de todo el mundo con ‘Instinto básico’, Michael Douglas tocaba fondo. Ingresaba en un centro para desintoxicarse de su adicción al alcohol y las drogas. La leyenda diría que también al sexo, pero él siempre lo ha negado. Desde entonces, el actor parece que ha caminado por la línea sobria de la vida, pero es su hijo Cameron quien ha caído en las garras de la droga y desde los 21 años tiene problemas con la policía. Mientras cumplía un arresto domiciliario, por ejemplo, se descubrió que su novia le pasaba heroína escondida dentro de un cepillo de dientes electrónico. Su situación se complicó cuando en 2010 fue condenado a cinco años de prisión por tráfico de drogas desde una habitación de hotel. Dentro de la cárcel se le volvió a encontrar en posesión de sustancias prohibidas y se le alargó la pena cuatro años . Tras un test de orina, se comprobó que seguía tomando drogas y fue condenado a dos años de aislamiento. Pese a que Michael Douglas hizo un llamamiento de gracia en su discurso de los Emmy el año pasado, Cameron ha cumplido la totalidad de los 24 meses aislado, hasta marzo de este año. No saldrá de prisión hasta 2018.
"No fue un padre"
El abuso de las drogas y el alcohol tiraron por la borda la vida familiar y la carrera de Tony Curtis a partir de los sesenta. Se divorció de Janet Leigh, con la que había tenido dos hijas, Kelly y Jamie Lee, y empezó a acumular esposas –cinco más– y escándalos. Jamie Lee, a diferencia de algunos de sus hermanos, sí acudió a su funeral en 2011, a pesar de que en alguna ocasión había declarado que “no fue realmente un padre”. Ella, la única que ha seguido con la profesión de los padres, supo entender que Tony sucumbiera a las adicciones, porque ella misma lo había hecho. En 1993, la actriz se sometió a su primera operación de cirujía estética porque un cámara de una película le había comentado que tenía bolsas debajo de los ojos. A partir de entonces, con la autoestima por los suelos tanto en su carrera como en su vida privada, se quedó enganchada a los analgésicos, con algún paso por el alcohol. Este pasado mes de febrero, la actriz celebró 15 años sobria.
La maldición de los Barrymore
Steven Spielberg no tuvo dudas de que solo ella tenía el encanto angelical para interpretar a Gertie, la impresionable niña de ‘E. T., el extraterrestre’. Drew Barrymore se convirtió en una precoz estrella de cine y, según admitió ella misma, en un precoz tren descarrilado: a los 9 años tomaba su primera copa, a los 10 se fumaba su primer cigarrillo de marihuana, a los 12 probaba la cocaína... A los 13 ya había entrado y salido dos veces de centros de desintoxicación. Drew tuvo que llegar a adulta para deshacerse de la maldición de los Barrymore: la adicción. Hoy no solo presume de sobriedad, sino que es propietaria de viñedos. Los Barrymore son una estirpe de
grandes actores –y bebedores– que se remonta hasta al siglo XIX. Su abuelo John Barrymore, el gran actor shakespeariano de su generación, murió prácticamente con la copa en la mano. El propio padre de Drew, también llamado John, fue víctima del alcohol. Tras pasar años sin verle, la actriz lo acogió en una casa al lado de la suya, donde murió en 2004.