Kiko Rivera se ha sincerado como nunca antes con Mila Ximénez. Ella es la única que ha logrado que abra su alma, ella es la artífice de que, por fin, Kiko haya vomitado sus emociones y toda su frustración en las páginas de “Lecturas”. Kiko está muy mal, emocionalmente derruido. Su tristeza es real. Solícito, su colaboración es total durante la sesión de fotografías; deja patente que no está a gusto con su cuerpo, aunque espera volver a perder los kilos que la ansiedad le ha puesto encima estas semanas. En algunos momentos saca a relucir su habitual jocosidad, pero su mirada no engaña. Está apagado.