Ana Belén estaba llamada a perpetuar el rentable negocio de los niños prodigio y, sin embargo, acabó convertida en uno de los mitos indiscutibles de la cultura española. Desde la década de los sesenta, la célebre cantante y actriz, de 73 años, ha protagonizado películas, obras de teatro y giras multitudinarias, casi siempre de forma notable, lo que ha valido para que algunos se refieran a ella como la artista más completa de la historia de España. Y para que tres premios Ondas, un Goya de Honor, ocho Fotogramas de Plata y un Grammy Latino, entre otros tantos reconocimientos, jalonen su trayectoria y adornen algunos estantes de su casa, en la madrileña colonia de Alfonso XIII.
Natural del barrio madrileño de Lavapiés, Ana Belén, que se llama en realidad Pilar Cuesta, es hija de una portera y un cocinero que pertenecían al bando republicano y salieron adelante con dificultad en los duros años de la posguerra. De hecho, la artista soñaba con ser Marisol para poder darles a sus padres una vida mejor. Su ascenso fue meteórico: a los 11 años ganó un concurso radiofónico para debutantes, a los 13 grabó sus primeras canciones y con 14 protagonizó una película infantil, 'Zampo y yo', que se estrenó cuando ella ya ensayaba una obra de teatro de la mano de Miguel Narros, quien la animó a formarse como actriz.
"Cuando me vi en ese estreno con el payaso, no me reconocía. Solo recordaba lo terrible que había sido el director [Luis Lucía]", confesaría la artista, que en sus comienzos trabajó con grandes de la escena como José Carlos Plaza, Julieta Serrano o Berta Riaza. Su carrera cinematográfica estaba todavía en pañales cuando, en el rodaje de 'Morbo' (1972), conoció al cantautor asturiano Víctor Manuel, que por aquel entonces tenía novia pero enseguida quedó prendado de ella. En menos que canta un gallo, los artistas empezaron a salir juntos y organizaron una boda civil, celebrada en Gibraltar, para contentar a las familias de ambos —aunque en realidad no legalizaron el matrimonio hasta 2022—.
De Víctor Manuel a sus hijos David y Marina San José
"Me hice cantante por Víctor, porque él me quitó los miedos", dijo una vez Ana Belén, que en distintas entrevistas ha explicado los motivos por los que tanto ella como su marido han defendido como lobos su vida privada: "Nuestras familias no tenían por qué vivir lo que nosotros vivíamos por nuestra profesión. Esto nos granjeó muchas incomprensiones en su momento. Hubo algunos periodistas que no entendieron, que nos estaban esperando a la salida del hospital el día que yo salí de dar a luz a mi hijo [David]. Al llegar a casa, como no habían podido hacer una fotografía, nos insultaron en la puerta". Y a pesar de que los artistas no atravesaban un buen momento económico cuando pasó aquello, evitaron caer en la tentación del negocio de las exclusivas —“Víctor habló con las revistas del corazón y les entregó tres imágenes de David a cada una", contó ella—.
Tanto David San José como su hermana Marina han seguido los pasos profesionales de sus progenitores —el primero se formó como músico, compositor y productor musical en Estados Unidos, mientras que la segunda se gana la vida como actriz—. Y tanto el uno como la otra han sido testigos de la incomodidad de sus padres ante los paparazzi. "Un día llevaba a casa a Marina del colegio y vi una moto en mitad de la calle", relató en una entrevista la madre que los parió. "Dejé a la niña en casa de mis padres y enfilé como un pistolero. Al pasar al lado los agarré y tiré la moto y a los dos al suelo. Uno de ellos fue a refugiarse en la peluquería de la esquina, que resultó ser a la que iba yo. Intentó llamar por teléfono pero la dueña no le dejó. Qué mala suerte tuvo".
Gran compromiso social
Del mismo modo que cuchicheaban entre ellos sobre su distante relación con la prensa rosa, los periodistas reconocían que Víctor Manuel y Ana Belén hacían una pareja modélica. Quizás se debió a que su relación se ha basado siempre en la admiración mutua, el respeto y las ganas de crecer juntos. Ambos han compartido trabajo —grabaron juntos algunos discos inolvidables y el asturiano produjo varias de las cintas protagonizadas por la madrileña— y un fuerte compromiso social y político que los llevó incluso a militar en el Partido Comunista durante el periodo del tardofranquismo y el inicio de la Transición.
El precio a pagar por esto último fue una larga temporada de amenazas y vetos que tuvo su punto culmen con las dos bombas que un grupo de extrema derecha hizo estallar en su casa en Torrelodones. Luego, tras el descalabro electoral del PCE en 1982, Ana Belén suspendió su militancia en el partido, decepcionada ante el hecho de que la dirección se negara a celebrar un congreso extraordinario. Hoy dice que ya no se considera comunista, aunque no ha perdido su compromiso con causas de izquierda, pese a que algunos lleven años tachándola de burguesa acomodada.
"Vivo bien porque he trabajado y ganado para poder hacerlo, lo absurdo sería vivir mal con todas las cosas que me he jugado en esta profesión", señaló la artista, que en la actualidad sigue compaginando la música con la interpretación y, de hecho, no ha pensado en su retirada. "Me sigue apasionando la profesión y continúan contando conmigo. Tengo la suerte de que sigo viviendo de mi trabajo sin verme obligada a hacer cosas que no me gustan".