La audiencia ha decidido separar a la última pareja concursante que quedaba en 'Supervivientes'. Sus continuas tensiones, su actitud egoísta hacia sus compañeros en estas últimas semanas y la sospecha que planeaba sobre ellos de un trato de favor, ha acabado por pasarles factura. Gloria Camila se salvaba, pero el público ha castigado a Kiko y lo desterraba al palafito.
La gala nueve del reality no ha podido ser más bizarra. No hay otro adjetivo para describirla. Kiko se jugaba la permanencia en el concurso con José Luis enganchado a una vía, después de sufrir un cólico nefrítico en directo y durante una bronca monumental con Laura Matamoros. José Luis no solo se encuentra luchando contra los elementos y siendo un auténtico superviviente, sino contra la ira e incomprensión de todos sus compañeros. La tensión y la presión acumuladas tenía que brotar de alguna forma.
Pero a Kiko y Gloria les importaba mucho más su forzosa separación, que la salud de su compañero. Volvían a su castillo de cristal imaginario y los enamorados se despedían con un nudo en el estómago y lágrimas en los ojos. Gloria era un surtidor. Estaba devastada. No podían ni hablar del shock. Solo un tierno beso y un abrazo protector. Las anteriores separaciones y el drama con el que las vivía la hija de Ortega Cano han sido un juego de niños que les estaban preparando para este momento. Su chico estaba a punto de irse a España. La idea se le hacía insoportable. La isla se le hacía más hostil, inhóspita y grande que nunca sin su chico. Ahora solo le queda remar sola para llegar a la final.
Finalmente, quien se va definitivamente a España es Edmundo. Kiko y Bigote se la jugaban en el palafito y la audiencia decidía que ya era hora que se reuniera con María Teresa Campos. De esta forma, el 'extronista' 'hereda' el palafito y vivirá en el destierro durante una semana. Arrocet le pasó el testigo con una croqueta casera y riquísima elaborada por Silvia Tortosa, que había ido a ver a su amigo. Y comiéndose tan delicioso manjar, Edmundo pone rumbo a España.