Kiko Rivera ayer, en GH DÚO, pronunció su relato más duro: su descenso a los infiernos por culpa de las drogas; pero, por encima de este momento tan duro, para él fue mucho más dramática la entrada de su padre en prisión. Algo que, para superarlo, fue esencial su hija Ana, la niña de sus ojos.
“Fue el momento más triste de mi vida. No me gusta ni mencionarlo”, Kiko se limita a decir “lo que le pasó a mi madre”. Lo que le pasó fue una condena de 24 meses de prisión por blanqueo de capitales por su implicación en el Caso Malaya. Pero el DJ es incapaz de verbalizarlo. En esos momentos, en los que se hundió, solo salió a flote por su pequeña, que entonces estaba de camino.
No solo le resultó devastador descubrir una mañana que su madre había entrado en prisión sin avisarle si quiera, sino que, cada vez que acudía a visitarla, para él era un dolor desgarrador. “Las despedidas eran lo peor del mundo. Delante de ella no quería llorar, pero, cuando salía… Irene lo sabe”. La madre de sus dos hijas pequeñas ha confirmado que, cuando este regresaba de las visitas, tardaba tres o cuatro días en recuperarse.
“Fue el nacimiento de mi hija Ana lo que me levantó”, terminó contando el hijo de Isabel Pantoja, “esto me cambió, por eso digo que, para mí, Ana es especial porque llegó en ese momento en el que tanto necesitábamos una alegría”.