Fallece Concha Velasco, la eterna 'chica ye-yé', a los 84 años

Auténtica conmoción por la muerte de una de las últimas damas de la interpretación. La actriz Concha Velasco, cuyos últimos años han estado marcados por una delicada salud que la obligó a retirarse, ha fallecido a los 84 años

Gloria Fernández
Glòria Fernández

Redactora de Lecturas.com

Concha Velasco
Gtres

El mundo de la cultura y el espectáculo se tiñe de luto para despedir a una de sus personalidades más queridas y destacadas. Concha Velasco ha fallecido este sábado 2 de diciembre a los 84 años causando una enorme conmoción. Sus hijos han sido los encargados de comunicar la triste noticia a través de un sentido comunicado. "Nuestra madre, Concha Velasco, ha fallecido hoy sábado 2 a las 02:00 en el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, habiendo recibido los Santos Sacramentos, a consecuencia de una complicación en su enfermedad", comienza este escrito en el que han querido dar las gracias tanto al personal sanitario que ha acompañado a la actriz en su enfermedad como a todos los que la quieren y admiran. "Somos unos afortunados por haber gozado de la mejor madre del mundo y por recibir el cariño de tantos españoles que la quieren y la admiran", añaden.

 La eterna 'chica ye-yé', de sonrisa arrebatadora, voz prodigiosa, talento a raudales y belleza carismática tuvo cuatro grandes amores, aunque quien la marcó profundamente fue el productor teatral, Paco Marsó. "Todas las mañanas me levanto y la primera persona en la que pienso es Paco Marsó, y la última en la que pienso antes de acostarme es Paco Marsó", escribió en sus memorias 'El éxito se paga', publicadas en 2014.

Actriz, cantante y presentadora, Concha Velasco es y seguirá siendo un icono popular que enamoró a generaciones. Su versatilidad no tenía límites. Triunfó en la gran pantalla, donde se consagró al lado de Tony Leblanc, cuando era Conchita Velasco. En televisión, protagonizando ficciones de prestigio y revalidando su enorme fama como presentadora. También en teatro, que le dio la oportunidad de reinventarse como musa de los escenarios en la última etapa de su vida.

También fue una de sus renuncias más dolorosas cuando, en septiembre de 2021, anunciaba su retirada de las tablas a consecuencia de su delicada salud. A inicios de 2022, aquejada de serios problemas de salud que la impedían hacer una vida independiente y autónoma, tomaba la decisión consensuada con sus hijos de ingresar en una residencia donde podría recibir las atenciones necesarias para su estado. Todo este tiempo sus máximos apoyos han sido precisamente ellos, Manuel y Francisco.

Una vida dedicada a la interpretación

Concepción Velasco Varona, más conocida como Concha Velasco (y en sus años de juventud, Conchita Velasco), nació el 29 de noviembre de 1939 en Valladolid. Desde muy temprana edad manifestó su fascinación por la interpretación. Disfrazarse y vivir otras vidas en su imaginación la ayudaban a evadirse de una complicada infancia. Su padre era comandante de caballería, mientras que su madre era maestra republicana. A pesar de todo, se enamoraron a primera vista. Concha se crió en el seno de una familia extremadamente pobre, "mi madre me pintaba la suela a los zapatos de cartón que me ponía", contaba. 

De los diez a los veinte años se formó en Danza Clásica y española en el Conservatorio Nacional (Madrid). Tras años de estudio y duros ensayos, llegó su oportunidad y debutó de la mano de Manolo Caracol como bailaora flamenca. A los quince años llegó la llamada del cine, donde debutó en 1954 en la zarzuela 'La reina mora'. Se consagró como Conchita Velasco con títulos inolvidables del cine español, como 'Las chicas de la Cruz Roja' (1958) e 'Historias de la televisión' (1965), película que la convirtió en un icono popular gracias al número musical de 'La chica ye-yé'.

A finales de los 59, también a nivel profesional, empezó su idilio con el teatro, que duró toda la vida y que la recuperó en su etapa de madurez como gran dama de los escenarios, protagonizando libretos como 'Hécuba', 'Hello, Dolly!', 'Reina Juana' o 'La vida por delante'. La última obra que interpretó fue 'La habitación de María', bajo las órdenes de su hijo Manuel, que fue su despedida del teatro en septiembre de 2021.

En televisión cosechó un enorme éxito en las tres etapas que vivió. Primero, como actriz en los montajes teatrales de 'TVE Estudio 1', entre la década de los 60 y 70, y con su mejor papel en ficción, la celebrada 'Teresa de Jesús', serie que protagonizó en 1984. Asumió riesgos y no fue en vano, al estrenarse como presentadora de televisión, como 'Querida Concha', 'Encantada de la vida', y tomando el relevo de Isabel Gemio en 'Sorpresa, sorpresa' y, cómo no, 'Cine de barrio'. Pero la atracción de la interpretación era demasiado fuerte, y estuvo en alguna de las series de más éxito las últimas décadas, como 'Compañeros', 'Yo, una mujer', 'Mamá quiere ser artista', 'Motivos personales', 'Herederos', 'Gran Hotel' o 'Velvet'.

Su hijo Manuel recuerda la década de los 90 especialmente frenética y agotadora para su madre, y origen de parte de los baches de salud que ha tenido en los últimos años de su vida. "Decidimos que se viniera a vivir con nosotros, pero no ha funcionado porque mi madre no está bien, su salud se ha resentido y de alguna manera teníamos que buscar una solución. (...) Perdió mucha movilidad de cintura para abajo y a partir de la pandemia nos costó mucho que volviera a caminar. El aparato digestivo y el hígado los tiene algo fastidiados", contaba cuando la actriz se mudó a vivir a una residencia.

Haberse entregado en cuerpo y alma a la interpretación toda su vida, la llevaron a obtener los reconocimientos más prestigiosos durante toda su carrera, como el Goya de Honor y el Ondas en 2012, el Premio Nacional de Teatro, dos Premios Max, 9 Fotogramas de Plata, entre otros.

Los amores de su vida

Paco Marsó es el nombre inseparable cuando se abarca la historia sentimental de Concha Velasco. Con el productor teatral y actor vivió sus años más felices, un amor de pasión irrefrenable, pero también conoció la mayor de las decepciones. La actriz había vivido un amor tormentoso con el director de fotografía, y padre biológico de su hijo Manuel, Fernando Arribas, quien estaba casado durante el año y medio que duró su intensa relación. A pesar del escarmiento que supuso aquella historia, Velasco acabó perdidamente enamorada de Paco Marsó, y el 18 de abril de 1977 se dieron en 'sí, quiero' en la más estricta intimidad.

La pareja tuvo un hijo en común, Francisco, pero tuvo una convivencia compleja marcada por las infidelidades y los problemas de adicciones del productor. La actriz no tuvo más remedio que tomar una dolorosa decisión y puso fin a su matrimonio en 2005, teniendo que asumir las deudas de su exmarido y perder un chalet y un piso.

 

El currículum amoroso de Concha Velasco no es extenso, pero está conformado de intensas historias y amores prohibidos. Su primer amor platónico fue Enrique Ortega, el guapo hijo de Manolo Caracol, del que se coló en 1955 en el espectáculo que interpretaron juntos, 'De color moreno', cuando solo tenía 16 años. A los 21 años conoce al director José Luis Sáenz de Heredia, con el que inicia una pasional relación, pero también imposible, ya que estaba casado y tenía hijos, y le dejó claro que no iba a renunciar a su familia. Los encuentros clandestinos con José Luis Sáenz de Heredia acabaron al enamorarse perdidamente del actor Juan Diego, su compañero en la comedia teatral 'Llegada de los dioses', y estuvieron juntos hasta que en 1975 apareció en su vida Fernando Arribas.

"Había escarmentado tras esa relación con un hombre mucho mayor y me enamoré de un hombre totalmente distinto, mucho más joven, el actor Juan Diego, que tampoco creo me amara en exceso", escribió Concha en sus memorias sobre su relación con Juan Diego.

Los graves problemas de salud

En los últimos años de su vida, Concha Velasco ha pasado cinco veces por el quirófano, a consecuencia de varios problemas de salud como vesícula, apendicitis, peritonitis y hernias. Sin embargo, fue en 2012 cuando atravesó el bache de salud más grave al ser diagnosticada de un linfoma. La pandemia le produjo serios problemas de movilidad, por la imposibilidad de poder llevar a cabo sus rutinas y mantenerse físicamente activa, agravando todos aquellos achaques. En marzo de este año, tomó la decisión de ingresar en una residencia y, tras una primera experiencia, se mudó a un centro puntero a las afueras de Madrid, donde recibía las visitas de sus hijos y su círculo íntimo, hasta el final de sus días.