Ana Luque nos presenta a su familia: su marido, Juanma, y sus dos hijas, y nos abre las puertas de su preciosa casa en Torremolinos, donde la concursante de ‘Supervivientes’ nos desvela el dolor y la decepción que siente con la que fuera su gran amiga, Olga Moreno. La sevilla da por rota su amistad y nos dibuja una cara de la exmujer de Antonio David Flores muy diferente a la que ha cuidado (y mucho) de mostrar en público. "Ya está bien de victimizarla", estalla con un enorme desencanto.
Ana Luque nos recibe en su refugio situado en la Costa del Sol. Allí, arropada por su marido Juanma, ha encontrado el valor de hablar claro y sin titubeos de lo que piensa de Olga Moreno después de cómo la ha tratado. Ni un gesto de agradecimiento ni un intento de parar todo el odio que ha recibido después de que la consideren una traidora de la exmujer de Antonio David Flores ni una explicación después de haber puesto distancia entre ellas sin motivo claro. Ana Luque da por rota su amistad y manifiesta su descontento en una entrevista que va a levantar ampollas en el entorno de Olga Moreno, Rocío y Antonio David Flores.
El gesto de agitación es evidente en Ana Luque. En sus ojos se ve claro que no entiendo bien cómo ha llegado a esta situación con quien consideraba su amiga. Hace poco más de un año que se convertía en la mejor defensora de Olga Moreno, que llegaba a Honduras con las aguas muy removidas por el golpe sobre la mesa de Rocío Carrasco en 'Rocío, contar la verdad para seguir viva', y que también demostró tener una actitud cuestionable durante el concurso, que acabó ganando. Ana Luque se convirtió en el mejor ejemplo de fidelidad y en la mejor imagen de su marca de ropa, apareciendo impecable en plató. Cuando le tocó el turno de concursar este año, no vio ni el mismo entusiasmo ni la misma predisposición en Olga, quien se desvinculó totalmente del concurso de su amiga.
"Nos da mucha pena esta situación, queremos mucho a Olga, pero ya está bien de victimizarla", afirma en un amargo reproche. "La gente dice: “La pobre”. Es una luchadora", continúa en su entrevista en Lecturas, "pero no es la primera que tiene una situación familiar difícil, que mi madre se me murió también". Una declaración que, se nota, lleva intrínseco un proceso de ver la situación en perspectiva con el que ha conseguido quitarse la venda de los ojos.
Y es que Ana Luque lo reconoce, en muchas ocasiones, "no me he puesto en mi sitio", y eso ha derivado en una relación en la que considera que "me han utilizado". "He tenido que ir a defenderla cuatro meses. ¡Nadie lo ve! Dejé aquí a mis niñas y mi marido y me lo he pagado todo", suelta con un desgarro, "me he dejado mi sueldo, me he gastado lo que no está escrito. ¡Todos los días un modelito para ir impecable! Yo era el espejo de ella en plató y quería que se sintiera orgullosa de mí".
El dolor es profundo, pero mucho más la decepción, y esas heridas son las que más cuesta cerrar. Y más cuando no ha recibido ni un solo agradecimiento ni de Olga ni de nadie de su entorno, solo reproches. "Al contrario", señala, "en cuatro meses no ha habido una llamada de nadie de la familia para alentarme. Solo alguna vez me llamaron para criticar porque, según ellos, había metido la pata", concluye con un dolor lacerante.