Enrique Ponce no lo vio venir. El sábado 1 de agosto regresaba a los ruedos, después de convertirse, a raíz de su polémica separación de la madre de sus hijos, Paloma Cuevas, y de su romance con la jovencísima Ana Soria en uno de los protagonistas del verano. El torero, que volvía al trabajo en Osuna (Sevilla) tras agotar localidades, ha visto cómo la plaza se convertía en un lugar en el que los reproches por su llamativa ruptura volaban como cuchillos.

En la tarde noche del 1 de agosto, en Osuna, los aficionados sacaron algo más que pañuelos blancos… y es que algunos de los allí presentes, armados con pancartas, dejaron más que patente su disgusto referido a su nueva relación. Y es que la ruptura de un matrimonio tan consolidado como parecía el de Ponce y Cuevas ha hecho que muchos se lleven las manos a la cabeza, esos mismos que ayer sacaron sus pancartones XL con mensajes de apoyo a la ex modelo.