46 años no es una edad para morir. La vida de David Delfín se apagaba este sábado tras una larga lucha contra tres tumores cerebrales, que afrontó con mucha dignidad y muchas agallas. El diseñador, tan amoroso, educado y discreto como genial, ha dejado un vacío profundo entre sus seres queridos y una huella imborrable en quienes coincidieron alguna vez con él o siguieron su trabajo. Después de ser velado en la capilla ardiente organizada en el Museo del Traje de Madrid, sus restos mortales fueron trasladados a Marbella, ciudad en la que pasó su infancia, donde ha recibido un último homenaje familiar e íntimo.
Antes de ser incinerado, y con un silencio respetuoso, el féretro entraba en la iglesia Nuestra Señora de la Encarnación ante la mirada de sus vecinos, amigos y familiares. La presencia más emocionante ha sido la de su madre, María González, de quien aprendió los secretos de lo que acabó siendo su profesión. Su rostro sumido en la más absoluta tristeza y sus sollozos ahogados, fueron la única muestra de dolor y angustia que rompieron ese silencio en honor a su hijo. María ha sobrevivido a su hijo y no hay consuelo en este mundo que pueda aliviar ese pensamiento. La presencia de Gorka Postigo, que ha sido uno de los hombres más importantes en la vida de Delfín, fue un pequeño bálsamo para María dentro de toda la tristeza que la inunda.
Gorka ha tenido un emotivo detalle con quien fue su pareja en las redes sociales y que explica el impacto que ha supuesto la pérdida de David a los pocos meses de haber perdido a otra persona cercana y querida: la modelo Bimba Bosé. Precisamente, la familia de la malograda artista ha sido una de las que ha enviado una bella corona para honrar a su querido amigo en la despedida que ha tenido lugar en Marbella.
La gran ausencia de la ceremonia ha sido el novio del diseñador Pablo Sáez, hundido por haber perdido al amor de su vida.