Cuando Victoria Federica comentó en casa que pensaba convertirse en influencer, la infanta Elena, se quedó de pasta de boniato. Para que su madre se quedara tranquila, enseguida le aclaró que no pretendía aparecer en las revistas del corazón, sino dedicarse al mundo de la moda y los eventos. En poco tiempo, la joven empezó a acudir a saraos y a colaborar con distintas firmas de moda interesadas en que luzca algunas de sus prendas. Según la periodista Núria Tiburcio en su libro 'Elena, la infanta castiza', la primogénita de Juan Carlos I y doña Sofía está "orgullosa", porque la ve elegante y feliz, pero al mismo tiempo "tiene miedo de que esta aventura como influencer termine mal para su hija". Sin embargo, su motivo de preocupación podría estar a punto de desaparecer si finalmente se confirma el rumor de que Victoria Federica está pensando en cambiar su rumbo profesional y participar como actriz en una serie.
No sería desde luego la primera miembro de la familia real española que muestra interés en el mundo de la ficción. Antes que ella lo hizo su tío, el rey Felipe VI, mientras estudiaba en el canadiense Lakefield, donde se graduó como bachiller en 1985, poco antes de ingresar en la Academia General Militar de Zaragoza. Los cronistas de la época destacaron su capacidad de adaptación al colegio, entonces uno de los mejores centros privados del mundo, y una revista del corazón publicó un reportaje donde se contaba que el muchacho participó de buen grado "en todos los actos de la comunidad escolar, desde la obra de teatro en la que hizo de actor a otra anterior en la que se le veía con un martillo haciendo de tramoyista, pasando por las actividades deportivas y académicas".
Victoria Federica se encuentra en Sri Lanka, donde ha ido a ver las cataratas Rawana.
También la reina Letizia hizo sus pinitos en la interpretación en 1998, algún tiempo antes de aparecer en público como la novia de Felipe de Borbón. Cuando tenía veintidós años, recién acabada la carrera de Periodismo, ingresó en un curso de doctorado en Guadalajara (México). Durante su aventura americana, fue retratada dos veces sobre lienzo y con pintura al óleo. Según Leonardo Faccio en su libro 'Letizia, la reina impaciente', en uno de los cuadros aparece de pie y "con el torso descubierto sobre un fondo donde flotan pinturas de Goya en miniatura", mientras que en otro retrato "emerge del mar con cuerpo de sirena y cuatro brazos, como una diosa hindú".
Un desconocido cortometraje
Pues bien, tras regresar a Madrid le propusieron interpretar el papel de un ángel ante una cámara de cine y ella aceptó. "Letizia no habla en la película", contó Eliseo García Nieto, un periodista que trabajó con ella en la agencia EFE. "Pero su papel era importante porque representaba la inspiración". Faccio relata en las páginas de su ensayo que en ese cortometraje, titulado 'La mirada del ángel' y dirigido por Norberto López, Letizia "era la musa de un pintor obsesionado con recuerdos de su infancia. En el póster de promoción, ella luce una túnica beige, bucles sobre los hombros y tiene en la espalda alas doradas que la convierten, como en México, en la modelo perfecta de un artista nostálgico. Letizia era una periodista sin complejos. Cuando supo que existían retratos suyos en México, no se quejó. La reina se sentía halagada en su papel de musa".
Y luego estaba el rey Alfonso XIII, que nunca llegó a ponerse delante de la cámara ni a subirse a las tablas, pero sí se pirraba por las artistas. De hecho, estuvo liado con cantantes y actrices como la cubana la Chelito, la Bella Otero, la soprano francesa Geneviève Vix y, según algunas fuentes, también intercambió arrumacos con Celia Gámez. En realidad, al bisabuelo de Felipe VI siempre le gustó el séptimo arte. Incluso se mandó instalar en el palacio Real un cinematógrafo donde veía las películas de vaqueros y también cómicas, aunque sus preferidas eran las que trataban del deseo amoroso. Como bien se apunta en el libro 'Los Borbones y el sexo', Alfonso XIII quiso dar un paso más y meterse a productor para poder llevar a buen fin las películas eróticas que tenía en mente.
"A la productora barcelonesa Royal Films, fundada en 1915 por los hermanos Ramón y Ricardo de Baños, le llegó sorpresivamente una repentina financiación, aunque Alfonso XIII utilizó de intermediario al conde de Romanones", explica su autora, la periodista Marta Cibelina. "¿Alguien puede imaginar la cara de los hermanos abriendo la puerta de su despacho y recibiendo al mismísimo rey? No podía ser, no al menos al principio, porque pronto supieron que detrás de Romanones se escondía la máxima institución del Estado, con el que llegaron a rodar sesenta películas. En muchas de ellas el guionista era el propio rey y hasta cuentan que pudo hacer algún casting. Tenían, como las de los ochenta, más argumento y ritmo narrativo que las que se pueden ver hoy en día".
Las cintas supervivientes
Por desgracia, de las sesenta cintas rodadas solo han llegado hasta nuestros días tres, encontradas en un convento de la Generalitat valenciana y restauradas por la filmoteca de esa misma ciudad. Una de ellas, titulada 'El confesor', está protagonizada por una mujer que se somete a los caprichos de un cura rijoso. En otra, de nombre 'Consultorio de señoras', un ginecólogo atiende a sus pacientes mientras su mujer se monta un trío con el mayordomo y la criada. Y la última, 'El ministro', cuenta la historia de una señora que accede a retozar en la cama con el jefe de su marido para así evitar que el susodicho sea despedido.
"'El confesor' es fácil de ver, pero es recomendable buscar un lugar seguro en Internet para visionarla libre de virus", concluye la periodista. "Las otras dos películas solo se pueden contemplar con fines de investigación en la Filmoteca Nacional [...]. Estas películas se veían en privado en las reuniones de la élite aristocrática internacional más cosmopolita y, digamos, viciosa. Años después, su majestad, ya exiliado, visitó Hollywood, donde conoció a numerosos famosos, entre ellos a Douglas Fairbanks".