La remontada de Iñaki Urdangarin: El testimonio clave que podría ayudarle a a encontrar, por fin, un trabajo

Una compañera del Hogar Don Orione asegura que allí siempre fue muy fácil trabajar con él y que estaba dispuesto a aprender y ser un buen compañero

Noelia Zazo

Periodista especializada en corazón

Actualizado a 11 de mayo de 2024, 06:30

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Todo lo que rodea a la nueva vida de Iñaki Urdangarin (56 años) genera interés, y los últimos datos que se han conocido más todavía. Tras hacerse públicos sus viajes a Camboya y Marrakech, el primero para ver a su hija Irene y el segundo para disfrutar con su pareja, Ainhoa Armentia, el foco se puso sobre el dinero, ¿de donde lo habría sacado para poder vivir a todo lujo? Hasta donde se conocía el después de acuerdo de divorcio con la infanta Cristina no cobraba ninguna pensión, tan solo el subsidio por expresidiario que le paga el estado, con lo que no sería suficiente, ni muchísimo menos, para ese tren de vida.

Desde entonces las informaciones se han sucedido, por un lado, Vanitatis ha tenido acceso a una información que apunta a que la Justicia ha tenido que devolver cierta cantidad de dinero al ex duque de Palma para ajustar lo que pagó y lo que debía pagar en concepto de responsabilidad civil. Y más recientemente el periodista Juan Luis Galiacho ha apuntado a que sería el rey Juan Carlos quién estaría financiando el día a día de Urdangarin y Armentía, quién le habría dado un millón de euros en concepto de indemnización por rechazar una oferta para escribir sus memorias en un libro, y veinticinco mil euros mensuales.

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De confirmarse estas informaciones, sería evidente que el exjugador de balonmano no tendría problema alguno en vivir sin trabajar, y sin embargo, tanto él mismo, como su abogado y amigo, Mario Pascual Vives, han dejado claro que ahora ese es su principal objetivo. Mario Pascual Vives, abogado de Iñaki Urdangarin, ya explicó que le ve bien, que anímicamente le encuentra fuerte, pero que le está siendo muy difícil buscar trabajo y es algo que necesita. Y lo que más llama la atención es que en sus palabras no apuntó en ningún momento a que el ex marido de la infanta Elena tuviera la necesidad de trabajar para vivir. Hablaba más bien de sentirse útil, tener un motivo diario para levantarse y crear rutina, y mantener su salud mental, lo que sin duda también es muy importante.

Y precisamente en eso, en el hecho de encontrar trabajo, es donde sorprende que lo esté teniendo tan difícil. Él en su momento compaginó el balonmano con la carrera de Ciencias Empresariales y durante su estancia en prisión continúo formándose. Sus primeros permisos fueron para trabajar como voluntario en el Hogar Don Orione, donde según explicó en su momento el director su labor sería la de "apoyo en las unidades de movilidad, psicomotricidad y fisioterapia". Durante el tiempo que estuvo allí parecía encantado con su labor, incluso hizo cierta amistad con algunos compañeros, de hecho, mantiene el contacto con varios.

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Y puestos en contacto con una de las trabajadoras, nos explica que “yo no sé qué tipo de trabajo busca él ahora, seguro que nada parecido a lo que hacemos aquí, pero desde luego yo tengo claro y puedo decir a quién sea que es un buen trabajador. Siempre atendía todos los detalles, escuchaba, aprendía rápido y conectaba con todos los pacientes, siempre estaba de buen humor”. La misma persona explica que era muy dispuesto y por ello le sorprende que a pesar de haber tenido un par de puestos de trabajo desde que salió de prisión no termine de encontrar su sitio pues explicaba que “yo creía que en cuanto pudiera estaría bien colocado”.

Y es que al margen de predisposición, ganas y necesidad, parece que todo lo ocurrido con el caso Noos, su posterior divorcio en el que todo apuntaba a que habría sido infiel a la infanta y el hecho de que obviamente ambas cosas no ayudan a tener una imagen limpia y confiable, le está dificultando la labor mucho más de lo que él pensó. Por ahora vive una vida muy tranquila en Vitoria, su tierra natal, con su pareja con la que comparte un piso de alquiler por el que pagan en torno a los mil seiscientos euros mensuales, y que está al lado del de su madre, Claire Liebaert, a la que está muy unido.

No es extraño verle salir a pasear, hacer compras y sobre todo a hacer deporte, pues continúa cuidándose mucho y saliendo a correr a menudo. Siempre ha sido un hombre atlético y al que le ha gustado el deporte más allá de sus años compitiendo. También se comentó que, en la cárcel, ejercitarse era su gran pasatiempo. No cabe duda de que es un hombre que no se deja vencer, que ahora que es libre por completo quiere recuperar el tiempo perdido y hacer lo que él dice que es una ‘vida normal’ y que está deseando experimentar.

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