La reina Sofía, radiante, sonríe en Grecia: el entorno de la emérita revela cómo se encuentra realmente

Tras la publicación de las fotos de Juan Carlos con Bárbara Rey, la reina reaparece arropada por sus hijas y sus nietos. “Hace tiempo que solo siente indiferencia por el emérito”, nos cuentan

Pilar Eyre

Periodista y escritora

Actualizado a 2 de octubre de 2024, 06:43

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La gran boda griega tuvo una protagonista: la reina Sofía de España. Todo el mundo intentó descubrir en su rostro un rictus de dolor, timidez, incomodidad. Tensión. Cada vez que aparecía, los fotógrafos levantaban sus cámaras y gritaban ¡Sofía! para provocar algún atisbo de malestar o enfado. El miércoles habían aparecido unas fotografías, reproducidas por medios de todo el mundo, en las que Juan Carlos besaba a Bárbara Rey, le miraba el escote, le daba ese abrazo íntimo que revela no solo pasión, sino cariño. Conocíamos los hechos, pero era la primera vez que veíamos este amorío en imágenes. Y escuchamos al hijo de Bárbara en ‘¡De viernes!’ hablando de miedo, chantajes y grandes sumas de dinero, todo eso mientras Juan Carlos y Sofía eran reyes y los definíamos como “pareja modelo”.

Pero nuestras morbosas esperanzas se vieron defraudadas. Doña Sofía no dio ninguna muestra de debilidad y estuvo tan sonriente y tranquila como siempre. Diría que incluso se la veía más empoderada y radiante que de costumbre. El sábado, en la catedral ortodoxa, vestida de fucsia, un color llamativo y sugerente, rodeada de sus dos hijas, tan risueñas como ella, y de tres de sus nietos, formaban un pequeño ejército unido e indestructible frente al mundo y los elementos. Incluso fue la propia Sofía la que obligó a sus hijas y nietos a detenerse en la puerta de la iglesia para que los fotógrafos pudieran trabajar a gusto.

Segura de sí misma, sabiendo que nadie le va a arrebatar su papel de reina madre y el cariño de la gente, subió después por las escaleras apoyándose orgullosamente en sus dos guapísimos nietos. Es cierto que su hijo no la acompañó, pero esa ausencia la dio por buena ya que así no tuvo que soportar otras presencias que ella, y sus hijas, consideran hostiles. ¿Qué hay detrás de esta perenne expresión de Mona Lisa? Por una parte, Sofía sabe que la sonrisa le favorece desde que se lo aconsejó el fotógrafo Oriol Maspons hace muchos años, “nunca seria, Señora”. Y por otra parte... hablo con una de las pocas personas que la tratan, “la reina, que ha sufrido mucho con el rey, ahora hace tiempo que solo siente indiferencia, le importa poco lo que haga o diga, esas fotos no la han afectado en absoluto”.

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Le pregunto si habrá hablado con él y mi informante se altera, “¿qué dices? ¡Hace muchos años que no mantienen ninguna conversación, ni por teléfono ni en persona! ¿Cómo va a llamarlo por este motivo?”. “¿Las hijas que piensan?” “Las hijas adoran a su padre y, como es natural, nunca han hablado de estos temas”. Pregunto por las memorias y mi confidente se ríe bondadosamente, “tú y yo sabemos que las memorias de Juan Carlos no van a salir nunca... Quizás se publique algún libro de anécdotas, pero en ningún caso estará firmado por el rey ¡Eso está descartado!”.

Una boda poco real

Lo cierto es que, aunque la hemos llamado “boda real”, los familiares de Constantino en Grecia no son más que personas particulares, y si pueden llevar el título de príncipes es por la rama danesa de la madre, que sí les ha reconocido el tratamiento. A los periodistas que cubrían la boda les interesaba más la familia española, no solo por las circunstancias que atraviesan, sino porque socialmente eran los más importantes, a pesar de que en la prensa internacional se llame a Sofía “exreina”...

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