El pulso del que nadie habla: el rey Juan Carlos se mide con la princesa Leonor

Pocos han reparado en el reciente concurso de ‘popularidad’ vivido en la corona española: la primera pascua militar de la princesa Leonor frente al 86 cumpleaños del rey Juan Carlos

Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe de Clara Corazón

Actualizado a 10 de enero de 2024, 09:54

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¡Pero si ni tan siquiera es una cifra redonda! No son los 80, ni los 85, ¡tampoco los 90! Pero Juan Carlos I (86 años) quería un cumpleaños por todo lo alto, desmitificando aquello de que solo se festeja a lo grande al cambiar de década. Él quería hacerlo ahora y ahora ha sido. Con unas ganas apremiantes, el emérito convocó a sus amigos para que se reunieran con él en Abu Dabi y le vieran soplar las velas de su 86 cumpleaños. Y, mientras, a miles de kilómetros, uno de los grandes momentos de la mayoría edad de su nieta: Leonor (18 años) presidía su primera pascua militar.

El 'fiestón' del emérito: Su demostración de poder

Como cuando en las películas americanas se convocan dos fiestas en dos hermandades enemigas y se pugna por cuál ha tenido más éxito, pero en versión ‘royal’. Y de este duelo, si es que lo podemos llamar así, Leonor ha sido la clara vencedora. Aunque, de cara a la ‘publicity’, los titulares conseguidos, el fiestón de su abuelo ha barrido. Pero, ¿era ese el interés que deseaba despertar el rey exiliado?

Desde que Pilar Eyre descubrió en las páginas de la revista Lecturas que el emérito andaba ultimando los detalles para una celebración como no habíamos visto hasta ahora, los rumores no han cesado. Primero salieron los desmentidos, después los ‘no será para tanto’, siguieron los ‘ah pero no ha ido tanta gente’ y han acabado con los ‘ha sido algo sencillo’. ¿El resultado? 90 personas convocadas en Emiratos Árabes, en la residencia del rey, y bailando ‘La Macarena’. 

Un nuevo ‘tour de force’ del rey exiliado con el que ha querido demostrar la estupenda salud de la que su popularidad goza. ¡Ni cuando se ponía las gafas de ‘Caiga quien caiga’ y era el más campechano! Quiere que quede claro que es querido, que cuenta con el respaldo no solo de su familia, sino también de importantes fuerzas que rigen el país. Que no está solo y olvidado. 

Juan Carlos I, cambio de rol

La narrativa del discurso de Juan Carlos I ha cambiado por completo. Ya no es el pobrecito que vive aislado de todos y de todos, recluido en una jaula de oro y obligado por el noble objetivo de no ensuciar la corona. Un mártir de las circunstancias, presionado por la opinión pública y por su propio hijo. Eso era antes. Ahora, la víctima ha dado paso a un rol en el que el rey se siente muchísimo más cómodo; no obstante, lo lleva practicando toda la vida. Ahora es Juan Carlos el disfrutón, el ‘bon vivant’. Lo borda. Liberado de sus deudas con Hacienda y sin causas judiciales pendientes, Juan Carlos grita a los cuatro vientos que está fenomenal y que, como canta Marta Sánchez, sigue aquí. Y sigue de manera intermitente. Ya vengo a una regata, ahora me hacen un chequeo, toca cumpleaños familiar… querría más y, sin problema, se lo dice a la prensa. Si es la verdad, ¿para qué mentir? Que se abra de oídos su hijo, a ver si cede...

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La princesa Leonor, una reina (militar) del baile

Y, mientras, en la otra fiesta del instituto americano, la reina del baile, Leonor, vestida de militar. Coleta perfecta y presidiendo la pascua militar. Completamente desajena a lo que ocurría en Abu Dabi. Sin interés alguno por pertenecer a ello pero siendo más parte que nadie. Heredera y centrada en sus nuevas obligaciones. Lo repitió mil veces en su jura de la Constitución, ella estaba al servicio de los españoles. Y no al revés. Sus padres hacen especial ahínco en esto, como parte esencial en su formación como futura reina. Quieren dejar atrás escándalos y excesos del pasado. Esos fueron otros tiempos, con otros protagonistas y la joven propone aire fresco y modernidad; y la apertura debe ir en consonancia con sus actos. 

¿Era necesario un cumpleaños semejante el día que Leonor se estrenaba en un uno de sus grandes actos tras cumplir su mayoría de edad? Absolutamente no. ¿Debería el abuelo haberse hecho a un lado y haberle cedido todo el protagonismo a su nieta, la heredera? Sí. Pero todos sabemos que no se trata de una familia al uso. Y que la fiesta de Juan Carlos era mucho más que soplar unas velas, era demostrar que sigue siendo querido, que aún quedan simpatizantes de su reinado. Lo que pasa, es que quizás no salió como a él le hubiera gustado y la lista de invitados, al principio repleta de nombres de sobra conocidos por todos, poco a poco fue deshinchándose hasta hacerse algo más discreta. Pero logró lo que quería, que se hablara de él. ¿Y la nieta? Bueno, ella todavía tiene muchas pascuas por celebrar...

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