Kate Middleton y sus tres hijos se convirtieron en los auténticos protagonistas de los actos del Jubileo de Platino con los que se ha conmemorado los setenta años en el trono de Isabel II.El aspecto impecable de la duquesa de Cambridge, la frescura de unos revoltosos George, Charlotte y (sobre todo) Louis han acaparado los flashes y las miradas de estos días de celebración. Mientras ellos enamoraban al mundo, en Buckingham se llevaban las manos a la cabeza, dada la advertencia expresa de la soberana a toda su familia: nada de dramas y nada de eclipsar su presencia. Pilar Eyre analiza con mirada lúcida los momentos que dejó el Jubileo y le da la vuelta a la historia tal como nos la han contado. La bloguera de Lecturas señala el significativo gesto que pasó inadvertido, pero que provocó un cambio de planes sorpresa con el que Isabel II dio un golpe sobre la mesa contra Kate Middleton.
¿Ha sido la duquesa de Cambridge la viva imagen de la perfección, la futura reina que todos quieren y, sobre todo, que le conviene a la corona británica? ¿Son George, Charlotte y Louis unos simpáticos 'roba escenas' o unos maleducados de manual a los que sus padres no han sabido transmitirles unas normas de conducta básicas? Aquellas reglas que parecían más pensadas para los duques de Sussex, que han acompañado a la reina con un perfil bajo y asumiendo su nuevo lugar con respecto a la familia real, finalmente fue Kate Middleton las que se las saltó, dinamitando el desarrollo del Jubileo de Platino.
"Entonces ocurrió", escribe Pilar Eyre sobre el tradicional posado en el balcón durante el 'Trooping the Colour', "Kate, la deslumbrante Kate, apareció pastoreando a sus tres hijos. (...) Aunque fingía estar centrada en los niños, sus ojos tenían el brillo audaz de los grandes ambiciosos. Sabía muy bien lo que quería. ¡Ponerse al lado de la reina!". Aquella maniobra alteró radicalmente la que tendría que haber sido la auténtica imagen del Jubileo: sus hijos y el príncipe Guillermo flanqueando a la soberana, y las consortes en los extremos.
La mirada de la condesa de Wessex lo decía todo, como también "la incomodidad de su suegro que la miraba con desaprobación". Pero ahí seguía Kate, "firme como una roca, inmutable como las pirámides" e Isabel II concentrada en mantenerse en el balcón durante casi tres horas.
Tras aquella imagen histórica, Buckingham daba a conocer la decisión de la reina de no participar en ningún acto público más del Jubileo. Sin embargo, al ver el 'desastroso' desorden de la foto que iba a quedar para la posteridad, la Casa Real se puso a trabajar a marchas forzadas para intentar arreglarlo. No había otra solución: Isabel II era la única que podía hacerlo, a pesar de su delicada salud y las energías que se había dejado en el primer día de celebraciones.
La soberana "decidió dar un golpe en la mesa y realizó el esfuerzo de salir de nuevo al balcón, en el último acto, poniendo las cosas en su sitio", desvela Pilar Eyre, "ella en medio, Carlos a su derecha, Guillermo a su izquierda y las consortes en los extremos". "¡Y pensar que ni siquiera es la heredera!", subraya la bloguera de Lecturas sobre Kate Middleton, sobre la que advierte de manera aguda: "Veinte años que tendremos que aguantar a una Kate cada vez más desatada haciendo todo tipo de monadas para retener la atención de sus compatriotas".