Alimentación sin azúcares, con predominio de verduras y frutas, ejercicio físico, educación liberal, visitas culturales, salidas al cine (si es en versión original, mejor) y tantas y tantas decisiones que la reina Letizia (50 años) ha hecho sobre la crianza de sus hijas. Hasta este 2023, ella y su marido, el rey Felipe, eran quienes tenían las riendas de la educación, y hasta la vida, de Leonor (17 años) y Sofía (15 años). Pero eso cambia de manera radical este mismo año, fecha en la cual, la primera pasa a ser considerada una adulta. Ya es mayor de edad. Y, esto, como apunta Pilar Eyre desde su blog para Lecturas, “Leonor ya no pertenece a su familia, pertenece al estado, ya no es su madre la que guía sus pasos, sino el gobierno”.
Esta nueva situación provoca un tremendo malestar en Letizia. Ella no abogaba por la militarización de su primogénita. No quería que esta ingresara en el ejército, en lugar de empezar la Universidad, o dedicar un año a modo de ‘gap year’, tan de moda en la cultura anglosajona, que viene a ser un año en el que los jóvenes viajan, prueban distintas disciplinas, toman contacto con el mundo adulto y, en definitiva, eligen aquella carrera profesional que realmente les interesa. Cualquiera de estas opciones habría sido perfectamente válida para la periodista, pero su hija es una princesa. No es la descendiente de una familia burguesa más. Ella tiene unas responsabilidades a las que tiene que hacer frente. Y ha llegado el momento de que lo haga.
Letizia llevaba la voz cantante en cuanto a las decisiones respecto a la educación de sus hijas. Hasta ahora
Letizia y Felipe han estado “días sin hablarse”
Esto, tal y como desgrana Pilar Eyre, ha supuesto una verdadera revolución en el hogar de los Reyes. La tensión, estas últimas semanas, era más que palpable. Nuestra colaboradora asegura que han sido “días sin hablarse, portazos y gritos”, y todo ha sido escuchado por el personal que trabaja con ellos. Felipe “era el encargado de convencerla” y no ha sido tarea fácil. No suele ser su papel. “Nunca se le oye, en la intimidad es la reina la que ordena y manda”, escribe Eyre.
Letizia ha tenido que tragar. Ha estado criando a una futura reina, y, como heredera al trono que es, tiene que cumplir con unos requisitos. La teoría parecía clarísima para ella, pero la práctica… ¡ah, esa ya es otra cosa bien diferente! No presentaba ningún problema con que su hija tuviera una educación religiosa, adoraba que se pudiese comunicar en las diferentes lenguas del estado español y seguro que le provocaba una enorme satisfacción verla crecer en poder de oratoria. La contraposición a todo esto es la formación militar. Leonor se preparará para ser capitana generala y tendrá que dedicar tres años de su corta vida a prepararse tanto en el Ejército de Tierra, de Aire y de Mar. Además, ya se ha apuntado que la formación de la adolescente será más exigente que la que tuvieron en su día su padre y su abuelo. La puntilla para la Reina.
“Letizia ha tenido que apretar los puños y ceder porque veía, no solo en peligro la monarquía, sino su propio matrimonio”. Pilar Eyre tiene clarísimo que la Reina realiza un esfuerzo mental tremendo dando su brazo a torcer. No está de acuerdo y le preocupa su hija; pero, en el fondo, sabía que esta guerra la tenía perdida de antemano. Aunque ella no sea ninguna fan de los términos militares.