La repentina marcha de don Juan Carlos, que abandonaba España el pasado domingo rumbo a República Dominicana, tras escribir una carta-comunicado a su hijo, el rey Felipe VI, ha traído muchas consecuencias para la Casa Real. De primeras, la noticia se sumaba a la crisis ocasionada por el covid-19, dificultar aún más la agenda real de verano de la Corona.
Pero, además de las complicaciones institucionales, existen también consecuencias sentimentales que, además de su mujer y sus hijos, otros miembros de la familia están han sufrido a lo largo de estos días. Entre ellos, la princesa Leonor y la infanta Sofía, quienes no pudieron despedirse en condiciones de su abuelo.
Esta decisión solo pronunciará aún más la distanciada relación que nietas y abuelo tenían desde hace un tiempo. "El rey Juan Carlos solo ve a sus nietas, Leonor y Sofía, en los actos oficiales, pasan meses enteros sin encontrarse", explicaba Pilar Eyre a Lecturas. Al contrario de lo que sí se ha visto con la reina Sofía, hace años que las niñas no protagonizan momentos relajados e informales junto a don Juan Carlos.
Tal y como se ha especulado, don Felipe y doña Letizia trataban de desligar la imagen de las niñas, siempre pulcra, blanca, sin mácula de la del patriarca real, cada vez más ensombrecida. Las constantes polémicas del rey emérito no beneficiaban en absoluto la imagen de Leonor y Sofía, pero es su abuelo, y como todo niño, existe un cariño intrínseco en esta relación familiar, por lo que no cabe duda de que, aunque sea a puerta cerrada, las dos adolescentes le echarán mucho de menos, tal y como les sucederá a Victoria Federica, Froilán y el resto de sus primos.