Luis Pliego, director de la revista Lecturas, desvela las dos decisiones determinantes de la infanta Cristina nada más divorciarse

La separación de la infanta Cristina (59 años) e Iñaki Urdangarin (57 años) marcó un antes y un después en sus vidas. Después de varias décadas juntos, de cuatro hijos en común y de que ella aguantara a su lado durante la estancia de él en prisión, todo se dinamitó. Hace poco más de tres años, la revista Lecturas publicó en exclusiva las fotografías del que fuera duque de Palma junto a Ainhoa Armentia, su actual pareja. Unas imágenes que marcaron un antes y un después en todos ellos, especialmente en la hermana del rey Felipe.

La infanta Cristina comenzó entonces su vida sin el que había sido su marido durante tanto tiempo. Tuvo que hacer frente a diferentes rumores, también se enfrentó al hecho de que todo el mundo supiera de la relación de él con Ainhoa Armentia, vivió un proceso de divorcio que duró en el tiempo, se volcó como nadie en sus hijos… Unas situaciones a las que hay que sumar otros cambios con los que intentaba dar paso a una nueva etapa. Entre ellos, hubo dos que ahora Luis Pliego, director de la revista Lecturas, ha contado.

El evidente cambio de imagen de la infanta Cristina tras su separación de Iñaki Urdangarin

Esta mañana, en ‘El Programa de Ana Rosa’, han hablado de la infanta Cristina y de cómo ha cambiado desde hace unos años hasta hoy. Y no solo por dentro. En la hermana de don Felipe también se ha visto un cambio físico que, tal y como han hablado en el matinal de Telecinco, se debe en parte a la dieta que hace. 

Se trata de la dieta pescetariana, una forma de alimentación que también seguiría la reina Sofía y que consiste en centrarse en comer pescados, mariscos, verduras, frutas, legumbres, huevos y lácteos. Esta pauta que seguiría la infanta Cristina le habría llevado a ese cambio de imagen más que evidente en el que hay otros detalles a destacar.

Los dos cambios que la infanta Cristina hizo al mismo tiempo tras su separación de Iñaki Urdangarin

De ello ha hablado Luis Pliego durante su presencia hoy en el programa presentado por Ana Rosa Quintana. El director de la revista Lecturas ha hecho alusión a otros dos cambios que la infanta Cristina decidió hacer en lo que se refiere a su imagen una vez que se separó de Iñaki Urdangarin. “Cuando ella se retiró esa especie de mancha, de verruga que tenía en la cara, coincidió con el momento en el que se quitó la alianza”, ha comentado el director de esta publicación.

De esta forma, el comunicador se ha remontado al momento en el que doña Cristina dijo adiós a la verruga que tenía en el rostro. Fue en el año 2022 cuando decidió someterse a esa pequeña intervención estética con la que hizo ese sutil cambio en su imagen. Y, tal y como ha hilado Pliego, esa decisión coincidió en el tiempo con su determinación de deshacerse de su alianza de casada.

Casualidad o no, que estos dos cambios fueran de la mano es cuanto menos significativo. Hay ocasiones en las que quien empieza una nueva etapa tras una ruptura, lleva a cabo ciertos cambios de imagen con los que dar paso a una nueva versión en un reflejo de seguir adelante y dejar atrás el pasado. Y teniendo en cuenta que la verruga era algo que llevaba con ella años y años, es inevitable pensar en lo revelador que resulta que se la quitara al mismo tiempo en el que se desprendió de su anillo de casada.

El trauma de la infanta Cristina con la cirugía

Un retoque al que no tendría pensado añadir más. En estos días, también se ha hablado de una especie de trauma de la infanta Cristina que le llevaría a no querer pasar más por quirófano. Aunque se realizaría tratamientos estéticos no invasivos, lo del bisturí es algo que preferiría evitar. Según ha contado la revista ‘¡Hola!’, doña Cristina prefiere “envejecer con arrugas, de manera natural”.

Esto se debería a que la reina Federica, su abuela y madre de la reina Sofía, sufrió un infarto tras someterse a una cirugía ocular. Una situación que a la cuñada de la reina Letizia le habría calado bien hondo y que le habría llevado a no querer pasar por quirófano más allá de si es por algo estrictamente necesario.