Parece que fue ayer, pero han pasado casi dos décadas. El 22 de mayo de 2004, hace ahora 19 años, tuvo lugar en Madrid la boda del actual rey Felipe VI (55 años) y Letizia Ortiz (50 años), la periodista que enamoró al entonces príncipe de Asturias. No fue un romance exento de polémica. Letizia Ortiz no solo era plebeya, sino que estaba divorciada, es decir, 'tenía un pasado', como dirían los monárquicos más casposos. Pero Felipe se mostró firme en su decisión, se había enamorado de aquella bonita joven que presentaba el 'Telediario' y llegó a enfrentarse a sus padres amenazándolos con renunciar a sus derechos dinásticos si no le permitían casarse con el amor de su vida. Ante esa tesitura, los entonces reyes Juan Carlos y Sofía accedieron a esa boda.
Una noticia que corrió como la pólvora por todas las redacciones
Una filtración (¿interesada?) hizo que fuera Terelu Campos (57 años) en su programa de Telemadrid quien diera la noticia. Ese mismo día el periódico ABC, dirigido entonces por Luis María Anson, hizo una sospechosa glosa de una periodista casi desconocida Letizia Ortiz... ¿a santo de qué? Se preguntaba todo el mundo, pero la respuesta la tuvieron a las pocas horas. La noticia corrió como la pólvora por todas las redacciones y las pocas imágenes que se tenían de Letizia, ya fueran de TVE o de su paso por Canal +, invadían periódicos, revistas y canales de televisión.
Esa filtración adelantó el ineludible anuncio de compromiso y el 1 de noviembre de 2003, se convocó a la prensa en los jardines de la casa del príncipe, en el recinto de la Zarzuela. Allí, un enamorado Felipe presentó a su novia. Letizia, muy tímida, no se había visto en otra igual, pero aguantó el tipo con inusitada elegancia. Días después, en el Palacio del Pardo, se celebró la pedida de mano y se fijó la fecha del enlace: el 22 de mayo de 2004. En la pedida de mano, Letizia ya mostró parte de su firme carácter. ¿Os acordáis de aquel 'Déjame terminar...' con el que cortó a su prometido? El entonces príncipe Felipe tampoco lo olvida.
No era de noche, era la intensa lluvia que ese 22 de mayo cayó sobre la catedral de la Almudena, en Madrid.
Se eligió ese día en función de las probabilidades de lluvia en Madrid. Los meteorólogos se equivocaron de medio a medio y es que la primavera, ya se sabe, es del todo imprevisible. Ese 22 de mayo, e incluso la tarde-noche anterior cuando se celebró la cena de gala previa a la boda... ¡cayeron chuzos de punta! Dice el refrán que 'novia mojada, novia afortunada', de modo que a Letizia le iba a venir toda la suerte de cara.
Del brazo de su padre, Jesús Ortiz
Cuando la cortina de agua amainó un poco, Letizia salió del Palacio Real en un coche cubierto –estaba previsto que hiciera ese trayecto a pie, pero la lluvia lo impidió–, por lo que no pudimos ver el diseño que le había realizado el maestro Pertegaz hasta que descendió del vehículo y subió los primeros escalones de las puertas de la Almudena. El vestido lo confeccionó Pertegaz, de cuello chimenea y con bordados en hilo de oro y plata y una cola de cuatro metros y medio. Letizia pagó por él una cantidad simbólica: 6.000 euros, muy lejos de los 300.000 euros que pagó, por ejemplo, Kate Middleton por su vestido de boda, o los 120.000 que pagó Meghan Markle por el suyo. Letizia entró en la Almudena del brazo de su padre, Jesús Ortiz.
Letizia, vestida de Pertegaz, del brazo de su padre y padrino, Jesús Ortiz.
Una ceremonia llena de anécdotas
A la boda asistieron representantes de todas las monarquías mundiales, incluida la británica, con la presencia del actual rey Carlos III, entonces príncipe de Gales. Hay que recordar que los reyes de España no asistieron a su boda con Lady Di, en 1981, por su decisión de iniciar su luna de miel en Gibraltar, colonia británica, algo que resultaba una provocación para nuestro país, que sigue reivindicando el peñón como territorio español.
Carolina llegó sola a la iglesia. Ernesto de Hannover estaba indispuesto.
Fue muy llamativa la presencia de Carolina de Mónaco sin Ernesto de Hannover, su marido. El príncipe alemán se encontraba indispuesto esa mañana, al parecer, la cena de gala previa a la boda y su barra libre tuvieron algo que ver en esa inoportuna indisposición. Por lo que se sabe, Ernesto de Hannover no asistió a la ceremonia religiosa, pero sí lo hizo al banquete celebrado en el Palacio Real.
Claro que en la memoria de todos está, sin duda, la actuación estelar de Froilán, hijo de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, que en 2004 tenía cinco años camino de seis y era de lo más travieso. La casualidad quiso que las cámaras de televisión enfocaran el momento en el que los pajes de Felipe y Letizia, entre los que estaba Froilán, atendían la boda con más aburrimiento que otra cosa. Como hubiera pasado con cualquier otro niño, Froilán se levantó de su cojín aterciopelado y le propinó una soberana (nunca mejor dicho) patada a su prima, una Borbón-Dos Sicilias. Una imagen que dio la vuelta al mundo y que acompañará la biografia del hijo de la infanta Elena de por vida.
La patada que Froilán le dió a su prima. En primer plano, Juan Urdangarin, y en segundo, su hermano Pablo.
El beso más casto de la historia
Ajenos a las travesuras de Froilán y a las de Ernesto de Hannover, la ceremonia religiosa, oficiada por Rouco Varela, siguió sin mayores incidentes. Una vez que Felipe y Letizia leyeron sus votos, el cielo de Madrid decidió dar una tregua y, a la salida del templo, la lluvia había cesado. Ya en coche descubierto, los recién casados recorrieron el trayecto desde la Almudena hasta la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, donde depositaron el ramo de la novia. Felipe y Letizia recibieron el cariño de muchos madrileños y gentes venidas desde todos los rincones de España que se agolparon en las calles para felicitarlos.
Ya de regreso en el Palacio Real, Felipe y Letizia salieron a saludar al público y nos regalaron su primer beso como marido y mujer. ¿Ha habido beso más casto? No, no lo ha habido. Aún tendrían que pasar años para que viéramos a Felipe y Letizia besarse en la boca, como cualquier pareja enamorada. Eso ha sucedido, por ejemplo, en las regatas de Mallorca en las que participaba Felipe, cuando la actual reina y sus hijas acudían al Club Náutico para despedirse de él.
Felipe y Letizia saludan desde el balcón del Palacio Real.
El tiempo le ha dado la razón a Felipe
Lo que sí está claro es que el tiempo le ha dado la razón a Felipe en su empeño de casarse con Letizia. Después de los numerosos escándalos que ha protagonizado la familia real, desde la ruptura matrimonial de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, al caso Nóos –que defenestró a Iñaki Urdangarin que acabó en prisión–, hasta el 'caso Corinna' que ha obligado al rey emérito, primero a abdicar y, después, a autoexiliarse a Abu Dabi, lo cierto es que Letizia supone ahora mismo el valor más seguro de la monarquía. Eso sí, y tal y como apunta Pilar Eyre, Letizia tiene un defecto que debería corregir: su excesiva autoprotección con sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, a las que su madre no deja que el pueblo las conozca.
Muy pronto Leonor será mayor de edad y dejará de estar bajo el cobijo de mamá Letizia. Quizá entonces podremos ver cómo se desenvuelve Leonor en la vida actual. A fin de cuentas, está llamada a suceder a su padre.