La infanta Pilar siempre fue una persona rebele y valiente. Nunca se mordió la lengua y hasta el último momento hizo lo que quiso. Por ello, no es de extrañar que su último adiós también vaya a ser especial, lejos del protocolo que se marca en este caso para los infantes de la familia real Española.
Los miembros de la familia real se entierran desde hace siglos en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde hay dos panteones, uno reservado para los reyes y consortes y otro, para los infantes. A lo largo de la historia, el lugar ha acogido el entierro de todos ellos. El último, tuvo lugar en el año 2015 cuando falleció el infante Carlos, primo del rey Juan Carlos quien, aunque nació sin este título, lo obtuvo gracias al monarca emérito.
Sin embargo, el funeral de la infanta Pilar no va a tener nada que ver. La familia Gómez-Acebo de Borbon ha mandado un comunicado en el que ha anunciado que las exequias se van a celebrar en la más “estricta intimidad familiar”.
La hermana del rey será incinerada. Además, sus restos tampoco descansarán en El Escorial, sino en el panteón del cementerio de San Isidro, propiedad de la familia Gómez-Acebo. La duquesa de Badajoz, por lo tanto, descansará junto a su marido Luis, quien falleció en el año 1991 a casusa de un cáncer linfático a los 56 años. Todo ello lejos de la pomposidad con la que se celebró la del infante Carlos.
Posteriormente, eso sí, se celebrará un funeral en El Escorial. “En una fecha que se anunciará próximamente, se celebrará un Solemne Funeral por el eterno descanso de su alma en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial”, ha afirmado la familia a través de un comunicado.
Los restos mortales de la infanta Pilar fueron trasladados durante la tarde del pasado miércoles 8 de enero a su domicilio en Puerta de Hierro, donde se ha instalado la capilla ardiente. Hasta allí se trasladaron los reyes Felipe y Letizia, además de muchos familiares y amigos que han querido despedirse de la duquesa de Badajoz.