La guerra de Meghan y Harry salpica a Lilibet: 52 días para aparecer en la línea de sucesión

La casa real británica ha tardado 52 días en actualizar la línea de sucesión al trono para añadir a Lilibet Diana

Redacción

Lecturas.com

Harry y Meghan

El príncipe Harry y Meghan Markle recibían el pasado 4 de junio de 2021 la mejor de las noticias. Ese día, llegaba al mundo su segunda hija en común, Lilibet Diana Mountbatten-Windsor. Sin embargo, no ha sido hasta ahora (casi dos meses después) para que la pequeña sea reconocida como una más de la casa real británica y aparezca en la línea de sucesión al trono.

Este lunes 26 de julio el palacio de Buckingham ha actualizado la página web de la familia real británica para añadirla en el listado de la línea de sucesión al trono británico. Miss Lilibet Mountbatten-Windsor, como la definen dentro de la institución, aparece en el octavo puesto de este ranking, por lo que desplaza al noveno lugar al príncipe Andrés de Inglaterra, quien, a pesar de estar alejado de las tareas públicas por sus constantes escándalos, no ha perdido sus derechos dinásticos. Por delante de ella se encuentran su abuelo, el príncipe Carlos; su tío, el príncipe Guillermo; sus primos Jorge, Carlota y Luis; además de su padre, el príncipe Harry, y su hermano, Archie Harrison.

meghan y harry segundo embarazo

Meghan Markle y el príncipe Harry, a la espera de su segundo bebé.

Instagram @meghanmarkle_official

Una tardanza a la hora de añadirla que llama la atención, ya que a su hermano lo añadieron tan solo un par de semanas después, mientras que en el caso del último hijo del príncipe Guillermo y Kate Middleton pasaron 12 días, muy lejos de los 52 que el palacio de Buckingham ha tardado en el caso de Lilibet Diana. La pequeña, por lo tanto, parece sufrir las consecuencias del distanciamiento público entre sus padres y la institución, que vivió su último capítulo la pasada semana, después de que el príncipe Harry anunciara que iba a publicar su biografía en 2022.

Además, la llegada de Lilibet Diana también ha complicado las relaciones entre los duques y la casa real británica debido al nombre elegido para la pequeña, que es el apelativo con el que los miembros de la familia llaman a la reina Isabel II en la intimidad. Así, desde ambas partes comenzó una guerra en la que desde Estados Unidos se aseguraba que habían pedido permiso a la monarca para usarla, mientras que desde Reino Unido se negaba una y otra vez. Una guerra que habría retrasado su entrada oficial en la familia.