El extraño matrimonio de Charlene con Alberto de Mónaco: "No entiendo todos estos rumores que me hieren"

Son constantes las habladurías que apuntan a que la pareja formada por el actual soberano de Mónaco y la ex nadadora sudafricana lleva mucho tiempo distanciada

Álex Ander

Periodista especializado en corazón y crónica social

Actualizado a 5 de noviembre de 2024, 12:19

GTRES
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Este domingo día 10, los gemelos de Alberto de Mónaco (65 años) y la princesa consorte Charlene, Jacques y Gabriella, han soplado nueve velas. En vísperas de la Fiesta Nacional de Mónaco, el matrimonio concedió una entrevista conjunta al periódico local 'Monaco Matin', donde ambos se sinceraron sobre su papel de padres y compartieron sus esperanzas y preocupaciones por el príncipe Jacques, heredero del Principado, y la princesa Gabriella, segunda en la línea de sucesión.

Los gemelos nacieron en 2014, una década después de que su padre tomara las riendas del Principado tras la muerte de su padre Raniero, y acuden a una escuela situada cerca del palacio monegasco. Los dos han hecho ya numerosas apariciones junto a sus famosos padres en actos oficiales, y se espera que ambos desempeñen un papel en el día a día del Principado a medida que crezcan.

"No hay una edad precisa a la que empezarán [a desempeñar funciones oficiales]", aseguró el príncipe Alberto a los periodistas. "Tenemos mucho cuidado de avanzar lentamente hacia estas obligaciones, y de no sobreexponerlos cuando son aún demasiado jóvenes. Cuando sean mayores, por supuesto, se involucrarán más en diferentes actividades, eventos, ceremonias... Es importante hacer las cosas gradualmente, sin forzarlos".

La princesa prisionera

El príncipe contó al mismo medio que, aunque la mayor parte de la corta vida de sus hijos ha transcurrido en el enclave protegido de Mónaco, Jacques y Gabriella están en contacto con las raíces sudafricanas de su madre. De lo que no se habló en esta última entrevista es de los constantes rumores que apuntan a que la pareja está bastante distanciada, pese a que ambos miembros intenten transmitir la sensación de que su matrimonio es estable. Se descubrió por ejemplo que, después de dar a luz a sus gemelos, la princesa pasó a residir con los niños en una villa a las afueras de Montecarlo mientras que Alberto permanecía en el palacio.

Pero ya incluso antes de la celebración de su boda se dijo que entre Charlene y Alberto II había en realidad tanta pasión como entre los reyes eméritos españoles (es decir, ninguna). Apenas unas semanas antes del enlace, celebrado en el patio del palacio Grimaldi en julio de 2011, la revista francesa 'L’Express' publicó que la que fue nadadora olímpica en representación de Sudáfrica había intentado huir del principado después de descubrir que Alberto tenía un tercer hijo ilegítimo, aunque la Casa Grimaldi se lo impidió para evitar escándalos.

Se dijo incluso que la sudafricana, a la que algunos bautizaron como 'la princesa prisionera', pidió a su marido una prueba de ADN para asegurarse de que el susodicho no tenía en ese momento más hijos extramatrimoniales que Jazmin Grace, fruto de la aventura entre el príncipe y una camarera durante sus vacaciones en la Costa Azul en 1991, y Alexandre Eric Stéphane, al que concibió en 2003, durante un idilio con la azafata togolesa Nicole Coste (ninguno de los dos tiene derechos de sucesión al trono).

Agotada emocional y físicamente

Siempre en un segundo y discreto plano, Charlene retomó en 2022 sus escasas apariciones en Mónaco después de haber pasado 16 meses de baja por "agotamiento emocional y físico". Se publicó que la princesa cayó enferma en mayo de 2021, mientras trabajaba en un proyecto medioambiental para la conservación de los rinocerontes en Sudáfrica, y lo cierto es que estuvo la mayor parte de ese año en su país natal, algo que volvió a disparar los rumores de crisis matrimonial

"No entiendo todos estos rumores que me hieren, sobre ella viviendo en otro lugar, en Suiza, con reuniones, con cita para vernos. Falsedades”, afirmó el príncipe en otra entrevista con el ‘Corriere della Sera’. En esa misma charla, el monarca quiso dejar claro que, aunque su esposa le "apoya" en el liderazgo del Principado, no están "las 24 horas del día pegados el uno al otro, también somos una pareja trabajadora y el trabajo a veces nos permite vernos solo al final de un largo día lleno de compromisos”. Poco más se sabe sobre la blindada vida de una pareja que seguramente se comerá junta el turrón, pese a que siempre haya dado la impresión de que lo suyo obedece más a un acuerdo de despacho que a una historia de amor romántico.

"Todo en su relación parece raro", comenta a nuestra revista la escritora y periodista Cristina Barreiro, autora del libro 'Consortes reales'. "Desde el siglo XIX, Mónaco ha sido muy de opereta en la red de las dinastías reales europeas. Ya Alberto I se divorció de su primera mujer cuando todavía era príncipe heredero. Se había casado de joven con una noble escocesa, lady Victoria Douglas (una boda en la que tuvo que ver bastante Eugenia de Montijo, por entonces emperatriz de Francia)". Esta pareja tuvo un hijo que llegó a reinar como Luis II, y que era abuelo de Raniero, pero ella le abandonó y se marchó con un conde húngaro.

Luego él se convirtió en soberano en 1889, a la muerte de su padre, y volvió a casarse con una americana millonaria llamada Alicia Heine. También ellos se separaron judicialmente, aunque ninguno de los dos volvió a contraer matrimonio. "Alicia se marchó a Londres", apunta Barreiro. "Alberto le dio a Mónaco una Constitución (monarquía constitucional) que fue abolida durante la I Guerra Mundial, en la que el Principado quedó subordinado a los intereses políticos de Francia. Como ves, ya desde finales del XIX andaban con esos líos".

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