Unas imágenes que destilan tensión por cada píxel. El malestar que los hijos de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin muestran en su primer encuentro con Ainhoa Armentia, la pareja de su padre desde hace 3 años, es absoluto. Rostros serios, posturas forzadas y mucha culpabilidad rodearon a estos 4 jóvenes en lo que se las prometía un apacible día de campo.
Caminata y comida en un caserío. El plan no podía resultar más atractivo. Y quizás lo hubiera sido de no ser porque Juan Valentín, Pablo, Miguel e Irene Urdangarin lo tenían que llevar a cabo con la mujer a la que su madre culpa de todos sus infortunios. La infanta Cristina ha evitado por todos los medios que este encuentro y estas fotos tuvieran lugar. Ha retrasado al máximo posible estos planes ‘en familia’ hasta que ya no ha podido más. Y eso, sus hijos lo saben.
Los gestos de los jóvenes Urdangarin Borbón hablan por ellos. “El 70% del lenguaje que utilizamos los seres humanos para comunicarnos es lenguaje no verbal. Nuestras expresiones son capaces de revelar más información oculta que la que descubren nuestras palabras”, opina la psicóloga Lara Ferreiro, autora de ‘Adicta a un gilipollas’; y, en el caso de los hijos de Cristina la expresividad de estos decía lo mismo: no quiero estar ahí.
Iñaki fracasa como 'puente' entre sus hijos y su nueva pareja
“En ningún momento se aprecia interacción entre ellos y Ainhoa Armentia”, dice Vanessa Guerra, experta en lenguaje no verbal y autora de ‘El lenguaje corporal de las emociones’. Los hijos de Iñaki marcan las distancias con ella a través de la separación física de sus cuerpos, dejando mucho ‘aire’ entre ellos y la nueva novia de su progenitor.
“La figura de Iñaki es clave, porque tendría que ser una figura puente, pero es un puente que realmente no existe, pues o está con sus hijos o con su pareja”, opina Guerra, con lo que Ferreiro no puede estar más de acuerdo. “Probablemente, es el único que no se siente incómodo ni tenso, ya que él no tiene miedo a hacerle daño a nadie, él piensa en sí mismo. Urdangarín ya no tiene miedo a hacerle daño a la Infanta Cristina porque la relación se acabó hace mucho, pero a la vez, parece como si no estuviera preocupado del bienestar de su nueva pareja Ainhoa, puesto que no se le ve pendiente de ella ni comparte con ella esa tensión de que sus hijos y Ainhoa compartan un momento agradable. Urdangarín parece no estar siendo del todo consciente de lo difícil que ese encuentro puede haber sido para sus hijos y para Ainhoa”.
Iñaki Urdangarin somete a sus hijos a una situación amarga, por lo incómoda, y les pone en una tesitura forzada. Es entonces cuando los gestos de Juan y el resto revelan la realidad: no querrían estar ahí.
Juan Valentín, el rostro de la culpa
“Juan Valentín es al que se aprecia más serio. Él, en general, es muy inexpresivo, pero en esta ocasión especialmente. Cuando el grupo al completo se está haciendo la foto, todos sonríen salvo él. El hijo mayor de la infanta Cristina mantiene, en todo momento, una expresión incómoda, de enfado y molestia”, apunta Vanessa. “La cara de Juan Urdangarin, el hijo mayor, es un poema. Mira hacia abajo porque se siente avergonzado. Probablemente, él no quiere estar allí. Está haciendo el esfuerzo por su padre, pero sabe que este momento estará causándole mucho daño a su madre y está muy preocupado, él ha visto a su madre destrozada y humillada públicamente por lo que ha hecho su padre. Tiene un conflicto de lealtades”, añade la psicóloga.
Sobre él y resto de sus hermanos, uno de los peores sentimientos: la sombra de la culpa. “La mirada hacia abajo y las cejas arqueadas, con expresión de pena, indican que se está sintiendo muy culpable de estar allí en ese momento, sabiendo que su madre, la infanta Cristina, lo está pasando mal. Por un lado, siente que su deber es estar acompañando a su padre o se siente presionado y pasando unos días con él y su nueva pareja, pero por el otro, no puede dejar de pensar que ha cometido un error y que debería haberse quedado esos días al lado de su madre”.
La estrategia de cuidado urdida para proteger a la infanta Cristina
La única manera que los jóvenes Urdangarin encuentran como una vía de escape para “cuidar” a su madre es mostrar esa frialdad con la nueva vida de su padre. Es una estrategia de cuidado en la que procuran dejar claro cuál es su postura en todo esto y de parte de quién están.
“Cuando se fotografían todos juntos, Iñaki se posiciona al lado de Ainhoa, mostrándole su apoyo. Poniendo en valor a su pareja. Mientras, sus hijos aparecen agrupados al otro lado. Estos se abrazan creando una especie de muralla, una alianza que muestra la unión entre ellos. Además, se posicionan fuera del grupo, forjando una pared”, señala Vanessa Guerra. “Ellos están fuera, en el límite. Cerca de su padre pero sin integrarse”.
En esa misma fotografía, el rostro de Juan vuelve a ser protagonista. “Él, además de lanzar el mensaje de que tanto él como sus hermanos lo han estado pasando mal, si no que, además, introduce a su madre en la foto”, señala Lara Ferreiro, en un análisis de lo más interesante. “Juan es plenamente consciente de lo mucho que a su madre le hubiera gustado pasar esos días con ellos, y no quería dejar escapar la oportunidad de ponerle el broche final a la foto que recordará este incómodo encuentro el resto de sus vidas, con esa expresión, Juan está representando a su madre, la Infanta Cristina, como si ella también estuviera presente en la foto, una manera no solo de poner en valor a su madre y darle el espacio que se merece, si no, también, de bajar la fantasía de Ainhoa e Iñaki de ‘familia feliz’”.
Todavía tienen por delante otra situación aún más compleja: el encuentro entre los hijos de Iñaki y los de la propia Ainhoa. Dos universos colisionando de frente. Ese día sí que saltarán las chispas y no habrá gesto no verbal que no lo deje taxativamente claro.