Está siendo un viaje idílico para ellos, alejados del miedo y las medidas extremas frente al coronavirus. Sin embargo, la normalidad y despreocupación de Máxima y Guillermo de los Países Bajos comienza a ser extraña ante la situación de emergencia en Europa.
Cuando se anunciaba desde la Casa Real de Holanda que los soberanos continuarían con su visita de Estado por Indonesia, se informaba también de que se extremarían las medidas de seguridad para evitar todo riesgo de contagio, evitando estrechar la mano en todo momento y tomando una actitud muy concienciada.
Sin embargo, pasan los días por el Sudeste Asiático y los reyes de los Países Bajos se están saltando algunas de estas recomendaciones sanitarias. Ni distancias de seguridad ni evitar los apretones de manos. En el cuarto día de los reyes de Holanda por el Sudeste Asiático ya se han visto algunas instantáneas en las que se les ve demasiado despreocupados por el contagio del covid-19.
Tras aterrizar en Yakarta y visitar el monumento dedicado a la víctimas de las guerra, donde los soberanos depositaban una corona de flores como muestra de homenaje y reconocimiento a los caídos, la pareja conocía de primera mano el trabajo realizado la fábrica de chocolate de Pipiltin Cocoa.
Durante su tercer día de viaje, Máxima y Guillermo eran recibidos por el sultán de Yogyakarta en su Palacio, el Kraton Nga Yogyakarta Hadiningrat, donde tuvieron un cariñoso encuentro decorado por las coloridas prendas de las personalidades del país. Esa misma tarde, los soberanos visitaban el templo de Prambanan, el mas grande de los templos hinduistas del país asiático, donde protagonizaron algunas de las instantáneas más idílicas de su periplo.
Tanto en la recepción de Yakarta como en la de Yogyakarta, se ha podido ver a los soberanos de los Países Bajos estrechando las manos de sus anfitriones y, a pesar de que Máxima está utilizando guantes en todo momento, se los quita para realizar el saludo oficial.
En su cuarto día de visita, se han trasladado hasta el Parque Nacional de Sebangau, ubicado en la isla de Kalimantan, donde también ha protagonizado un posado de ensueño. Más tarde, los reyes cogían un barco para navegar por el lago de Toba desde la aldea tradicional Batak hasta la isla de Samosir