Alberto de Mónaco se convertía hace uno días en el segundo miembro de la Realeza contagiado por coronavirus, después de que la semana anterior Carlos de Habsburgo-Lorena diera positivo. La noticia se confirmaba desde el Principado a través de un informe en el que se aseguraba que el estado de salud del soberano no revestía gravedad.
Tras conocerse el resultado, el mismo príncipe Alberto quiso pronunciar unas palabras sobre cómo estaba llevando su aislamiento, con el fin de tranquilizar a los medios. Cabe recordar que en 2018 el hermano de Carolina de Mónaco padeció una grave neumonía, una afección que podría incluirle entre los grupos de riesgo frente al coronavirus.
El alto riesgo de contagio del covid-19 ha provocado que, por el momento, no pueda ver a su familia. "No he visto a mi mujer e hijos desde el domingo por la mañana", confesaba en la reciente entrevista telefónica. Sin embargo, el distanciamiento de Alberto II y su mujer no es algo nuevo.
Desde el pasado mes de enero, no se ha visto a Charlene en ningún acto público, algo a lo que la princesa tiene cada vez más acostumbrados a los medios. La royal hacía acto de presencia en las fiestas de Santa Devota, patrona de Mónaco, después de emitir junto a su marido el tradicional mensaje de Año Nuevo.
Durante el último año, han sido contadas las ocasiones en las que se ha podido ver a la pareja en un evento público. Tal y como indicaba Charlene al contraer matrimonio, ella "no sería una princesa al uso", unas palabras que hizo más reales al nacer sus hijos Jacques y Gabriella, la excusa perfecta para aislarse en su mundo y evitar así cubrir una ajetreada agenda.
De esta manera, el contagio de Alberto de Mónaco por covid-19 no supone para los príncipes una situación extraña. Tal y como se ha podido comprobar durante los últimos meses, ambos llevan una vida separada que, a excepción de algunos actos, no suelen compartir al menos de puertas afuera.
Sin embargo, todo apunta a que Charlene y los mellizos están pasando el confinamiento junto al soberano en el Palacio Principesco de Mónaco, una auténtica fortaleza en la que la familia continuará aislada hasta que la crisis sanitaria mundial permita volver a la normalidad.