En la víspera de San Juan se celebra en muchos lugares la noche más corta del año, o lo que es lo mismo, que el verano ya está aquí. Y para celebrarlo, no faltan las tradicionales hogueras, en la que se queman trastos viejos y que simbolizan el final de lo malo y el comienzo de lo que está por venir. También en Mónaco, fieles a las tradiciones de esta fiesta, lo han celebrado y allí han estado los príncipes Alberto (65 años) y Charlene (45 años), acompañados de sus hijos gemelos, el heredero príncipe Jacques y la princesa Gabrielle, ambos de ocho años.
Charlene, muy recuperada
Los looks de Charlene siempre llaman la atención, pero para este acto, la princesa optó por un atuendo elegante, pero muy sobrio. Charlene lució una blusa de seda color hueso, de Zara, de anchas mangas francesas y cuello semibarco, que conjuntó con una falda larga negra.
Aunque todavía le cuesta sonreír, Charlene se muestra cada vez más recuperada de las secuelas que le dejó la tremenda enfermedad que padeció y que la apartó de la vida pública cerca de un año. El apoyo de su marido y, sobre todo, de sus hijos, han conseguido que Charlene, poco a poco, vaya recuperando la normalidad en su vida.
En el balcón de palacio, junto a Charlene, también vimos al príncipe Alberto, que llevó un clásico traje azul, a juego con la camisa y la corbata, igual que el pequeño Jacques, muy elegante, aunque él sin corbata.
Los príncipes Jacques y Gabrielle cumplirán nueve años en diciembre.
Gabrielle, una niña muy coqueta
Pero si hubo alguien que acaparó todas las miradas, esta fue la princesa Gabrielle, condesa de Carladès. Pese a que aún es una niña de ocho años ya hace gala de ser muy coqueta y le gusta ir muy femenina. En esta ocasión, Gabrielle llevó un romántico vestido blanco de encaje del diseñador italiano Ermanno Scervino, que complementó con un moño alto de bailarina adornado con unas sencillas perlas.
Gabrielle se retoca su moño de bailarina.
Hogueras y bailes tradicionales
Desde el balcón de Palais Princier, la familia real monegasca estuvo muy atenta a las hogueras, que allí se conocen como 'batafoegu', en idioma provenzal, y a las danzas tradicionales que realizó el grupo Palladienne. Antes de este espectáculo de música, danza y fuego, la familia real asistió a una ceremonia religiosa en palacio, así como en la iglesia de San Carlos, en Moulins.
Con esta fiesta, en Mónaco se ha dado el pistoletazo de salida a la temporada de verano, una de las estaciones en las que el pequeño principado se convierte en uno de los puntos neurálgicos de la Costa Azul.
La hoguera que se hizo en el patio de palacio.