Como ya sucedió la semana pasada, la princesa Charlene (45 años) sufrió hasta el último minuto con la selección de Sudáfrica de rugby, que se jugaba este fin de semana el revalidar el título de campeona mundial. Si en la semifinal, Sudáfrica pudo ganar a Inglaterra, en la final, la selección africana debía enfrentarse a Nueva Zelanda, el equipo considerado más peligroso en este campeonato.
El gesto con el que Charlene sorprendió a propios y extraños
En el palco del Estadio de Francia, al norte de París, y muy cerca de donde se sentaba Enmanuele Macron, presidente del país anfitrión, estaba la fan número uno de la selección sudafricana, Charlene de Mónaco, acompañada de su marido, el príncipe Alberto.
Cuando, tan solo por un punto, Sudáfrica se proclamó campeona, Charlene explotó de alegría y hasta abrazó y besó a su esposo, en un gesto tan espontáneo como insólito al que no nos tiene acostumbrados. Posiblemente, el más sorprendido fuera el propio Alberto, ya que el matrimonio no suele prodigarse en lo que a muestras de cariño se refiere. Al menos, no en público.
Continuamente, salen rumores sobre su supuesta mala relación e, incluso, sobre una inevitable ruptura matrimonial, algo que tanto el príncipe Alberto como Charlene suelen desmentir. Lo cierto es que, al margen de la dura enfermedad que la mantuvo apartada durante un año, Charlene no suele prodigarse en los actos públicos del pequeño principado y, se dice, que su relación con sus cuñadas Carolina de Hannover y Estefanía de Mónaco no es precisamente muy fluida.
Y eso que Carolina se ocupó personalmente de Jacques y Gabrielle, de ocho años, los gemelos de Alberto y Charlene, mientras su madre estuvo en Sudáfrica, enferma, o en Suiza, donde estuvo ingresada varios meses en un hospital para restablecerse de la importante infección que había contraído durante su último viaje a Sudáfrica.
La última y gran sonada ausencia de Charlene se produjo hace diez días cuando no asistió al Baile del Centenario en honor al fallecido príncipe Rainiero.