Fue a mediados del mes de septiembre cuando el joven Ernesto Augusto de Hannover convocó al Consejo de Familia en el Principado de Liechtenstein, una reunión a la que acudieron Carolina de Mónaco, su tío el príncipe Andreas Fürst zu Leiningen (casado con Alexandra de Hannover), el príncipe Michael de Liechtenstein (administrador de los bienes de la Casa Güelfa), entre otros asistentes.
La reunión tuvo lugar en un entorno único, el castillo de Vaduz, pero no eran temas fáciles los que Ernesto quería tratar con su familia: buscar la manera de afrontar la batalla legal que está preparando Ernesto sénior, el príncipe de Hannover. Según ha publicado la revista Bunte, una firma de abogados berlinesa lleva meses preparando una demanda por encargo del mayor de los Ernestos que se presentará en las próximas semanas. El aún marido de Carolina de Mónaco pretende con ello recuperar los bienes que le donó a su hijo mayor en 2004, cuando el matrimonio estaba en uno de su mejores momentos.
Desde entonces, y debido al costoso mantenimiento, su hijo se ha ido deshaciendo de algunos inmuebles. Y ha sido la venta -por un euro- del castillo de Marienburg, la joya inmobiliaria de la familia, lo que ha colmado el vaso. Al enterarse, Ernesto padre envió una carta furibunda al Gobierno de Baja Sajonia. En ella, acusaba a su hijo de actuar en contra de los intereses familiares, manifestaba su frontal oposición a la venta y amenazaba con emprender acciones legales, acusando a su hijo de su "enorme ingratitud". Por ello, el Gobierno regional dejó la operación en stand by a la espera de que se resolviera el altercado familiar.
Bien es sabido que esta relación paternal nunca ha resultado ser muy fructífera. Pero fue en 2014, cuando Ernesto júnior arrebató al padre el control de la fundación que gestiona la fortuna familiar, cuando la cosa empeoró enormemente. El dinero de los güelfos estaba diluyéndose en la vida disipada de su padre y el hijo quiso tomar cartas en el asunto. Y así fue que puso una querella contra el jefe del clan, una acusación que le será devuelta con la demanda que está preparando contra él su propio padre para recuperar el control de la fundación y de otros bienes que la familia tiene en Austria.
Separados pero no divorciados, Carolina y Ernesto se han vuelto a enfrentar, a que ella ha mostrado su apoyo a su hijastro. A día de hoy, la hermana del soberano Alberto tiene el título de princesa de Hannover, un reconocimiento que posee mucho más valor que el del principado, además de tener voz y voto en la familia.
Pero la preocupación de Carolina va más allá. Ella se ha mostrado inquieta por cómo puede afectar todo este embrollo a la herencia de su hija Alexandra, que actualmente vive en Berlín. El Consejo de la Familia ha decidido contratar a un abogado especialista en este tipo de cuitas familiares, el vienés Maximilian Graf von Schaffgotsch, para contratacar legalmente al jefe del clan.