Hace unos días, el Palacio de Buckingham anunció mediante un comunicado que el rey Carlos III ha sido diagnosticado con “una forma de cáncer”. Sin dar demasiados detalles, comentaron también que el tumor fue descubierto mientras el monarca de 75 años era tratado de su agrandamiento benigno de la próstata, aunque no se trataría de un cáncer de esta glándula. Los médicos le han recomendado que "posponga sus obligaciones como figura pública" durante el tratamiento, aunque en principio seguirá "ocupándose de los asuntos de Estado y del trabajo administrativo oficial, como de costumbre".
Según fuertes cercanas al monarca, el diagnóstico fue "un shock bastante importante para el rey", que al menos no está solo en este duro trance. Nada más conocer la noticia, el príncipe Harry viajó hasta Reino Unido para intentar arropar a su padre. También está muy pendiente de él su esposa, la reina Camila, que ahora tendrá que coger las riendas de la monarquía británica, ya que el príncipe Guillermo se encuentra estos días centrado en acompañar a su mujer Kate Middleton —hospitalizada hace poco para someterse a una misteriosa operación abdominal—.
Carlos III también contará con el apoyo de sus tres hermanos: la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo. No es un secreto que el monarca mantiene un vínculo especialmente estrecho con Ana, quien suele sustituirle en actos públicos cuando él se encuentra ocupado o indispuesto. Nacida en agosto de 1950, la única hija mujer de Isabel II y Felipe de Edimburgo era todavía una adolescente cuando comenzó a ejercer responsabilidades oficiales en nombre de su madre.
A principios de los setenta mantuvo un romance con Andrew Parker Bowles, que entonces tonteaba ya con la reina Camila, y en 1973 se casó con el capitán Mark Philipps, con el que tuvo dos hijos. Se divorció de él en 1992 para luego unirse a Tim Lawrence, antiguo oficial de las caballerizas nombrado su escolta permanente. La pareja reside actualmente en Gatcombe Park, una casa de campo ubicada en el condado de Gloucestershire.
Un hermano repudiado
Muchos consideran a la princesa la más discreta y anodina de todos los habituales de Buckingham. "Los hombres pueden parecer más serios, se les permite serlo. Además, a las mujeres tampoco nos dejan ser divertidas", respondió a un periodista que le preguntó sobre las críticas de la prensa hacia su carácter seco. Pero Ana también es la figura más activa de la corona británica y uno de los miembros más valorados de su familia. Desde hace tiempo está involucrada en varios centenares de organizaciones benéficas, y el pasado mes de mayo tuvo el honor de hacer a caballo la procesión celebrada después de que su hermano y su cuñada Camila fuesen coronados en la Abadía de Westminster. El rey quiso recompensarla por "su lealtad y su devoción al deber".
Bastante más tensa es la actual relación entre el monarca y su hermano menor el príncipe Andrés, quien actualmente es el octavo en la línea de sucesión al trono. Cabe recordar que Andrés fue condenado al ostracismo familiar y social después de que Virginia Giuffre, una víctima de su colega el pedófilo millonario Jeffrey Epstein, lo acusara de haber abusado sexualmente de ella cuando era una menor de diecisiete años. A principios de 2022, el hasta entonces hijo preferido de Isabel II llegó a un acuerdo extrajudicial con su acusadora. Sin embargo, Andrés fue apartado por su madre de sus tareas de representación pública y despojado de sus títulos militares y patronatos reales.
La prensa del colorín ha sido testigo de las andanzas personales del duque de York, que en 1986 pasó por el altar con Sarah Ferguson, con quien tuvo dos hijas (las princesas Beatriz y Eugenia) que ya les han dado nietos. La pareja se divorció en 1996, pero después de separarse siguieron manteniendo una relación muy estrecha. Tanto es así que Sarah ha seguido conviviendo con él en la que es su residencia oficial, Royal Lodge, situada en Windsor Great Park. En los últimos tiempos, Carlos ha querido mantener a su hermano alejado de la esfera pública, lo que no impide que siga teniendo cierto trato personal con él.
Discreto, pero no tanto
Tampoco ha sido un camino de rosas la relación entre el soberano y su hermano más pequeño, el príncipe Eduardo, quien siempre mantuvo un perfil bajo pero actualmente sigue representando a la familia real británica en tareas institucionales junto a su esposa, Sofía de Wessex, duquesa de Edimburgo, con quien lleva 25 años casado y tiene dos hijos. Sus rencillas personales con Carlos III surgieron en 2001, cuando la productora de Eduardo de Inglaterra grabó a su sobrino, el príncipe Guillermo, mientras este estudiaba en la universidad, sin que el susodicho lo supiera, algo que enfureció al padre de la criatura. Se cuenta que los hermanos consiguieron limar asperezas y, de hecho, ambos mostraron cierta complicidad durante el acto de coronación de hace unos meses.