Querido, Álvaro
Quiero que sepas que, aunque no lo creas, lo mejor que te ha podido pasar es que te expulsen de ‘Gran Hermano’. Lo mejor para ti y lo mejor para tu santa madre que tenía que defender tus comentarios en plató. Menudo papelón le dejaste a la pobre mujer… Ella trataba de echarte capotes, pero parecía que tu quisieras esquivarlos.
No me ha gustado tu concurso. No me han gustado tus bromas. No me he reído una sola vez con ellas, y, no es por nada, pero considero que tengo bastante sentido del humor. Pero resulta que también tengo empatía, algo que, de lo que me parece tú careces. Y ahí es donde radica el problema. Lo que de verdad te ha llevado a estar fuera. No te pones nunca en el lugar del otro. O eso, por lo menos, es lo que has demostrado en Guadalix.
¿Por qué te digo lo de tu ausencia de empatía? Porque en ningún momento entendiste que esas bromas solo te hacían a ti gracia. Tenías a una compañera, Clara, a la que tus comentarios crispaban, ponían de mal humor y la hacían sentir mal. Y tú seguías, porque, has dicho, esos chascarrillos sirven para generar buen ambiente. Puede que ese sea otro problema, que lo que para ti es buen rollo, no sea para los demás. ¡Qué de ópticas parece tener el ‘buenrollismo’!. La audiencia, que sí empatiza, se ha encontrado reflejada en los ojos de Clara y se ha sentido como ella. Esas bromas, en lugar de hacer gracia, herían. Y si algo hiere, no entiendo por qué tenías fijación por seguir con según que temas que ponían a tus compañeros con las orejas de punta.
Tu humor no es que sea negro, no, el humor negro es otra cosa, algo más fino, inteligente e irónico. Lo tuyo era la polémica por la polémica. El no quedarse callado. El no calibrar las palabras que salían por tu boca. “Cosas sin sentido”, como comentaste anoche.
Después te has escudado en que la gente que ha pedido tu expulsión no te conoce. ¡Ay, Álvaro qué perdido estabas anoche! Claro que no te conocen. Te conoce tu familia y tus amigos, pero ‘GH’ va de otra cosa: de exponerse públicamente a que unos completos desconocidos valoren tu comportamiento en una casa permanente vigilada. Claro que no te conocen las 150.000 personas que han firmado por tu expulsión, pero parece que con lo que han visto de ti han tenido suficiente.
Has dicho que tu conciencia te deja dormir cada noche a pierna suelta. Me alegro, no creas, porque tu expulsión disciplinaria también ha dejado descansando a miles de seguidores del programa sabiendo que se ha hecho lo correcto. Pero, sobre todo, me alegro del gran peso que le has quitado a tu madre de encima. Buscar defensas para tus salidas de tono cada día en televisión sí que la debía tener sin pegar ojo.