Este Viernes Santo, Carla Barber (32 años) lo tenía todo organizado para celebrar la baby shower de su hijo Romeo, pero el pequeño tenía otra cosa preparada para su mamá y era su llegada al mundo un mes antes de lo previsto. "Esta mañana rompí aguas en casa. Tengo un ángel de la guarda que me cuida y mi ginecólogo de confianza en Las Palmas estaba de guardia", contaba la médico estética en redes sociales. Afortunadamente todo salió a las mil maravillas y de la forma "más rápida", sin nada de dolor "ni contracciones", Romeo nacía a través de una cesárea con 2,5 kg de peso.
Aunque no ha contado con la presencia del padre de sus hijos en este momento tan importante, Carla ha estado en todo momento acompañada de su madre y su hermana, quienes no se han separado de ella ni un instante. "Estoy tranquila y disfrutando a tope", reconocía la canaria a sus seguidores. Una recuperación fugaz y es que solo unas horas después ya podía levantarse de la cama del hospital con libertad. "Me he levantado sin problema y sin dolor, una cesárea perfecta", apuntaba.
Además, ha cumplido un sueño que no pudo ser con su primer hijo y es que a Romeo si le ha podido dar el pecho: "Piel con piel y se enganchó a mi pecho enseguida", revelaba emocionada. Ni siquiera la falta de sueño le ha borrado la sonrisa a la médico estética...
Ni rastro de Joseph, padre del hijo de Carla Barber
El nacimiento prematuro de Romeo ha pillado a Carla Barber en Las Palmas. Esto ha provocado que el padre de la criatura, Joseph, haya sido el gran ausente del nacimiento. En cambio, no se han separado de su lado ni su madre ni su hermana, lo que le ha permitido vivir este momento con mayor ilusión pese a las circunstancias evidentes.
"Cuando ves que alguien no está a la altura de las situaciones, no queda más remedio que tomar una decisión, por mucho que te duela", confesaba en una reciente entrevista a la revista ¡Hola!, muy segura de haber decidido poner punto y final a su relación pese a estar embarazada. Aunque no se arrepiente, Carla ha sufrido estos meses muchos bajones anímicos, momentos de tristeza y preocupación en las que la única medicina era la sonrisa de su hijo Bastian. Ahora, ese amor se ha multiplicado por dos y la canaria no puede estar más feliz.