Detrás de toda gran (y fastuosa) boda hay un cerebro y, en la de Belén Esteban y Miguel Marcos, tal y como ha sabido LECTURAS, este tiene un nombre: Joaquín Torres. El arquitecto, amigo cercano de la novia, es el verdadero ideólogo de la identidad que tendrá uno de los casorios del año.
Tal y como hemos podido saber, la novia pretendía huir de una imagen hortera y recargada. Más bien todo lo contrario. Belén ha buscado una boda elegante y con clase, y para ello ha contado con el entrenadísimo ojo del arquitecto y especialista en interiorismo. A veces es mejor dejar según qué menesteres a olfatos entrenados y Torres, pese a que no sabíamos de este lado ‘wedding planner’, se ha volcado en ofrecer sus mejores conocimientos y refinado gusto a la pareja.
Ya sabíamos que Joaquín, actual pareja de Raúl Prieto (que ejercerá de padrino en el enlace), había diseñado las invitaciones de boda. Para los novios ideó un concepto de lo más vanguardista huyendo del clásico papel y los ‘tics’ que pecan de ñoños en estos eventos. Él pensó una tarjetón metálico, con las iniciales de ambos y con un diseño minimalista e industrial que sorprendió a muchos. Uno de ellos fue Kiko Matamoros, que ha tenido agrias peleas con la colaboradora, pero que, en esta ocasión, no pudo más que aplaudir lo acertada que había estado en su elección.
Y eso es lo que quiere Belén, dejar a todos con la boca abierta. La Princesa del pueblo quiere dar el golpe alejándose de los sambenitos que tanto tiempo le han adjudicado. Ahora pretende demostrar a todos que es una mujer con clase y estilo, y su boda será un reflejo de esto.
Torres, además de encargarse de las labores propias de alguien experto en decoración y arquitectura, como diseño de espacios, elección de la finca y su entorno, etc. También ha sido parte fundamental en la elección del menú. Parece que los novios confían en el gusto de Joaquín hasta en el más amplio de los sentidos.
Pero contar con una de las máximas figuras del diseño patrio, como imaginaréis, no es barato. Lecturas ha podido sabe que tener al de A-Cero ha supuesto que a Belén y a Miguel se les dispare el presupuesto de la boda, pero parece que lo han hecho gustosos para tener, exactamente, la boda con la que siempre soñaron.