El momento por el que está pasando en la actualidad Isabel Pantoja es un misterio. Eso y casi todo lo que rodea su vida siempre. Por lo poco que sabemos está bien de salud, aunque ha habido algo, que ha preferido guardar para su intimidad, que la ha llevado a acudir al hospital de Córdoba y a cancelar o postponer algunos conciertos de la gira en la que está inmersa este año. Pero pasado el bache, ha podido continuar y parece que con la fuerza y las ganas suficientes para hacer feliz a su público. Y eso no es todo, en los últimos tiempos, dicen quienes la conocen, se ha replanteado su futuro, sobre todo a nivel económico.
Por todos es sabido que la tonadillera acumula deudas desde hace años y que Cantora la finca en la que vive en Medina Sidonia (Cádiz) que le pertenece en parte a ella y en parte a su hijo Kiko Rivera por la herencia del fallecido Paquirri, corre peligro precisamente por todo lo que se debe. Y al parecer, después de mucho tiempo, Isabel se habría puesto en contacto con un grupo inversor con la intención de hacer los movimientos pertinentes para vender esta propiedad, solucionar lo que tiene pendiente y vivir tranquila, algo que se esperaba que hiciera desde hace años.
Y entre las muchas variables que se han comentado, hay muchas fuentes que aportan información sobre la familia que han comentado que uno de sus grandes deseos sería regresar a vivir a Madrid, y concretamente le gustaría poder tener la casa de La Moraleja que un día fue suya y que, en 2015, estando aún en prisión, tomó la decisión de vender por un millón y medio de euros.
Y ¿Qué tiene de especial esta casa? Lo primero la seguridad y la privacidad. La urbanización es una de las más exclusivas de la zona norte de Madrid y si bien no está cercada y el acceso es libre para todo el que quiera pasar, lo cierto es que disponen de un equipo de vigilancia privado tanto de día como de noche que patrulla únicamente por sus calles. En cuanto a la privacidad, algo muy importante para Isabel, allí estaría garantizada, pues, aunque es una casa con terreno, tiene muros y disposición suficientemente adecuadas como para que desde fuera no se vea absolutamente nada y poder salir y entrar con el coche sin exponerse.
Otro punto a favor es el entorno. Es evidente que a Pantoja siempre le ha importado mucho el qué dirán, y por tanto es de esperar que si decide vivir de nuevo en la capital lo querrá hacer en una zona que o bien sea considerada mejor que la anterior, o bien en la misma, como es el caso. En su momento, Isabel compró la vivienda aconsejada por Encarna Sánchez, que en los 90 fue su fiel amiga, era el culmen de su triunfo, y se construyó desde cero con la supervisión de la periodista, que también se encargó de decorarla de una manera muy similar a la suya propia. En aquel entonces se dijo que la construcción había costado alrededor de los 90 millones de euros.
La parcela tiene 2.000 metros cuadrados y la vivienda que se edificó tiene tres plantas casi rodeadas por completo de terrazas. Ladrillo visto y numerosas ventanas y acceso a un jardín que siempre estuvo muy cuidado, pues en aquel entonces tanto Kiko, al que se llamaba Paquirrín, como Isa Pantoja, eran muy pequeños y la prioridad de su madre es que tuvieran espacio para correr y jugar. También se construyó una piscina de la que disfrutaron cada verano que pasaron allí. Pues se dice que los años en que la familia vivió en Madrid fueron los más felices de su vida.
Después conoció a Julián Muñoz, el sur fue testigo de su amor, y llegaron otras amistades, y otros intereses y otras casas, y Madrid quedó apartada hasta que sirvió para saldar deudas de aquella vida que cuando construyó en La Moraleja no pensaba vivir. Y ahora, según informó el periodista Kike Calleja, Isabel quiere recuperar aquella felicidad, y lo que más le gustaría es hacerlo en la casa que un día construyó para ello. Pero ahora, a pesar de sus deseos, no podrá ser así, pues en este momento la vivienda pertenece a un matrimonio anónimo, que la ha reformado por completo a su gusto y que no tienen intención de venderla. Y aunque así lo hicieran, después de la reforma, tampoco es lo que un día fue. Isabel tendrá que buscar un nuevo hogar donde crear nuevos recuerdos.