La enorme popularidad que había alcanzado Bimba en los últimos años, convirtiéndola en un personaje con tanta entidad que hacía falta poco más, había llegado a hacernos olvidar su faceta como modelo. Por suerte, ahí teníamos las campañas, las portadas que renacieron tras la triste noticia de su muerte. A muchos nos pilló por sorpresa. Ella misma lo había dicho en más de una ocasión. Que uno tenga fuerzas para seguir viviendo no significa que esté curado. Decir que Bimba perdió la batalla es casi una provocación. Porque si algo nos enseñó a lo largo de su vida fue a ganar. Aunque, aparentemente, no le costase ningún esfuerzo.
Cuando aquí seguíamos viéndola como la sobrina de Miguel Bosé -venir de un clan tan arrollador tiene sus consecuencias-, Bimba había conquistado el mercado internacional. Las marcas la reclamaban, las pasarelas internacionales buscaban aquella ya legendaria androginia que tanto supo explotar y hasta la Biblia de la moda, el Vogue Italia, le había dedicado una portada, firmada por Steven Meisel, para más señas. A ver quién puede presumir de todo eso. Claro que, aquí, que solemos ser de mira corta, estábamos entretenidos con otros menesteres.
Tampoco le importó. Bimba fue la máxima expresión de ese gen de la felicidad que corre por las venas de los Bosé. Bueno, al menos de algunos Bosé, que tampoco vamos a exagerar. Cada vez que aparecía en público, eclipsaba con la mirada. Se atrevió, incluso, a hablar abiertamente de esa enfermedad que nadie quiere nombrar y acabo arrepintiéndose. Llegaron los titulares y la manía que tenemos de decirle a la gente cómo debe sentirse y actuar. Por suerte, Bimba hizo lo que quiso. Como su abuela Lucía. Normal que fuese su favorita.
El destino quiso que Bimba y David Delfín se fuesen el mismo año. No podía ser de otra forma. Lo suyo fue mucho más que musa y diseñador, mucho más que amigos, confidentes, como quieran llamarlo. Empezaron juntos en esto de la moda y terminaron juntos. Si es que, claro, algo termina mientras el mundo les siga recordando. Cada sábado, Bibiana Fernández comparte una imagen en su perfil de instagram junto al diseñador. Habla con él, le manda mensajes. Lo que todos haríamos con aquellos que se han marchado demasiado pronto. Es un triste consuelo para semejante, perdón, putada. A los 40 uno no está para estas cosas.
Quién aquí escribe estaba cerrando una etapa vital justo hace ahora un año. Entonces, recibí una llamada. Había muerto Bimba y me pedían un breve texto sobre ella. No pude hacerlo, más por imposibilidad física que emocional, pero fue un tremendo golpe. Uno de los que más he sentido en los últimos tiempos. Qué injusta es la vida. Bimba, te echamos de menos. Sí, en presente, porque mientras eso ocurra la tristeza parece que remite.