La relación entre Lydia Bosch y Micky Molina no fue nada fácil. Ambos estaban casados cuando se conocieron y se enamoraron. Trajeron al mundo a Andrea, hoy una mujer de la que pueden estar muy orgullosos. Criada por su madre, su relación con su padre es consecuencia de las dificultades y obstáculos con las que se desarrolló la vida entre sus progenitores. La distancia ha hecho mella en su afecto y, por las palabras pronunciadas por Andrea en acto público celebrado esta semana, las heridas que aún no se han cerrado no deja que fluya la comunicación entre ellos. Aún así, no todo está tan perdido como parecía hace unos años y Andrea grita lo orgullosa que está de sus apellidos. Incluso de un tan grande como el de Molina.
Según ha contado a CHANCE, sin entrar mucho en detalles, mantiene una relación muy particular con su padre: "Cada relación es un mundo y es que es nuestra relación y nuestro mundo y así se va a quedar". Andrea Molina quiere seguir los pasos de sus progenitores y ha recibido consejos de ambos. Reticente e incómoda a abrirse al respecto de este tema ha asegurado que "sabemos los consejos que nos damos, de lo que hablamos (...) y cuando hablamos", pero también ha hecho referencia a esos silencios ("de lo que no hablamos y cuando no hablamos") que parecen ser el muro que no acaba de romperse entre ambos.
A pesar de todo, Andrea parece que ya no sentiría ese impulso que le llevó hace unos años a eliminar de su nombre el apellido Molina y a sustituirlo por el materno, Boquera. Ahora lo ha vuelto a incorporar como carta de presentación y ha dicho estar "muy orgullosa" de ellos. "Tengo tanto de un lado como del otro, personas que se han dedicado toda su vida a esto y que para mí son muy grandes", ha matizado. Fascinada por "la luz" de su madre y el talento de su tía Ángela Molina, a quien considera "un monstruo interpretativo", prefiere hacer su camino quedándose "con lo mejor de todos" y "limando lo peor".