La muerte de un hijo es algo imposible de superar. Es tanto el dolor, tan antinatura una muerte así, que cualquier persona con un mínimo de sensibilidad puede empatizar absolutamente con los sentimientos que estos días están ahogando los corazones de Ana Obregón y Alessandro Lequio, que perdieron a su hijo Álex –o Aless, como prefieran–, el pasado 13 de mayo.

Un sarcoma de Ewing acabó, de manera fulminante, con la vida de un joven, Álex Lequio, emprendedor, optimista, vital, lleno de energía, que este mes de junio hubiera cumplido 28 años. Demasiado joven para un final tan desolador.