Nuevo choque de trenes. Ana Obregón (70 años) y Alessandro Lequio (63 años) vuelven a tener puntos de vista tan diferentes que son contrarios. Los dos comparten el tremendo dolor de haber tenido que enterrar a un hijo, pero su manera de enfrentarlo está siendo muy distinta.
Cuando Aless Lequio falleció a los 27 años dejó escrito que quería ser padre. “Estaba muy malito en el hospital y, sin fuerzas, pidió papel y boli”, así quedó registrado su testamento holográfico, donde especificó su deseo de traer al mundo a un ser vivo que llevara su genética. Casi tres años después de aquello, su deseo se hizo realidad. Ana Obregón se convirtió en la abuela de una pequeña, nacida en Miami a través de gestación subrogada, y su vida cambió por completo. Dejó el luto de lado y renació. Se vistió de flores como declaración de intenciones y, de nuevo, se aferró a la vida. “Me la devolvió”, dijo en ‘El musical de tu vida’. Su concepción del mundo cambió cuando tuvo una personita que cuidar y de la que encargarse. Alessandro Lequio no entiende esta postura.
“La muerte de un hijo no se supera nunca”, dice el italiano. “Es una herida que no cicatriza jamás”. Está en desacuerdo cuado sus compañeros le dicen que Ana Obregón se siente “aliviada” al acunar al bebé, Alessandro Lequio niega rotundo y nadie le saca de esto. “No es un alivio lo que siente ahora”.
Alessandro Lequio y Ana Obregón, dos duelos diferentes
El dolor les pesa a los dos lo mismo, pero cada uno lo exterioriza y lo gestiona de un modo. Mientras que Ana Obregón se hundió en un pozo de pena y tristeza tras la muerte de Aless, el padre del joven, fallecido con solo 27 años, trató de vivir su luto en silencio. Sin hacer ruido. Viviéndolo de puertas para dentro de su hogar. No ha compartido con nadie sus lágrimas y cree que esto le hubiera gustado al joven empresario.
Ana Obregón, por el contrario, exteriorizó su grito desesperado de madre rota. “Soy una mujer con el corazón mutilado”, dijo cuando presentó el libro que tomaba como comienzo los pasajes que Aless había dejado escritos. La presentadora quiso desaparecer. Irse de este mundo para así volar hasta el lado de su ángel. Dice que si no lo hizo fue para cumplir las voluntades de este y, una de ellas, era ser padre. “La niña huele a él”, le dijo a Carlos Sobera.
La nueva vida de Ana Obregón
Mientras Alessandro Lequio ha querido mantener un perfil bajo y hablar lo menos posible, siempre siendo fiel a su versión de que es imposible superar la pérdida de un hijo y que no existe nada que alivie ese vacío que deja en el alma, Ana Obregón esta entregada a esta nueva oportunidad que le ha dado la vida.
En marzo de este año, a pocos días de celebrarse el Día del Padre, venía al mundo la pequeña Ana Sandra. Un nombre que es doble homenaje, por un lado a la abuela de la criatura, algo que deseaba Aless, y, por otro, al de su progenitor. La pequeña vino al mundo en Miami, a través del esperma congelado del joven, el óvulo de una donante y el útero de la mujer que gestó y dio a luz al bebé. Hasta Florida voló, en absoluto secreto, la abuela de la criatura. Ana Obregón no le había comentado nada de su decisión ni a sus amigos más íntimos. Solo lo sabían sus hermanas. Tras un par de meses en Estados Unidos, las dos Anas volaron de regreso a Madrid y aquí comenzó la nueva vida para ambas.
Abuela y nieta han pasado un verano inolvidable, en que la primera ha revivido muchas de sus primeras veces con su hijo Aless. Lo siente como volver a disfrutar de aquello que compartió 30 años atrás con su único vástago. Obregón se declara agradecida y bendecida por este regreso a la vida. Una vida que creyó perdida hace tres años.