Si bien en el año 2015 parecía que Alba Carrillo y Feliciano López eran la pareja ideal, tan solo once meses la burbuja de ese amor de cuento acabó explotando cuando la modelo, a golpe de exclusiva, anunció que el tenista le había pedido el divorcio, algo que le pilló por sorpresa a ella y al resto del mundo. Desde entonces, han pasado varios meses de tensión en los que hemos visto a una Alba deshecha por el desamor y a un Feliciano mucho más sereno.
Ahora, tras una larga espera, ha llegado el momento que Carrillo y López tanto deseaban y temían, el principio del proceso que pondrá fin a su relación conyugal.
El todavía matrimonio, que no se veía las caras desde el pasado mayo, cuando anunciaron el divorcio, se reencontraba este jueves a las 10 de la mañana en los juzgados de Collado Villalba.
Primero llegaba el tenista toledano, apenas cinco minutos antes de que comenzara el juicio. Acompañado por sus dos abogados y vestido de manera tan seria como su semblante, Feliciano optaba por no hacer ninguna declaración a los medios.
Puntual, a las 10, hacía acto de presencia Alba Carrillo, quien acudía acompañada de su amiga y abogada, Teresa Bueyes. La modelo quiso transmitir con su vestuario cómo se sentía por dentro, y por eso eligió el color negro para un look coronado por un abrigo en tonos tierras. Al contrario que su ex, Carrillo sí que dirigió unas palabras y afirmó, al borde del llanto, que “es un momento desagradable” y que estaba “muy triste”.
Una Alba desencajada por lo que había tenido que escuchar dentro resumía el encuentro en una frase: "Me siento humillada". De los 120.000 euros que le reclama al tenista, Feliciano le hace una oferta de 200 euros para zanjar el proceso de divorcio. Una diferencia de más de un puñado de euros, que a la presentadora le ha sentado como un tiro. Según explica Paloma Barrientos en el portal Vanitatis, han tenido que llevar a la exesposa despechada a otra sala para que se tranquilizara, pues le ha entrado un ataque de ansiedad y no podía para de llorar por volver a verse cara a cara con Feliciano, mucho más tranquila que ella. La modelo le ha empezado a echar en cara todas las cosas por las que se siente agraviada y el deportista le ha respondido: “¿Qué pasa? ¿Que me vas a montar la bronca otra vez?”.
45 minutos más tarde salía Alba Carrillo del juicio. La modelo tan solo ha dicho un escueto “dejadme”, mientras intentaba contener las lágrimas, por lo que suponemos que la vista no fue como ella esperaba. Su abogada, Teresa Bueyes, explicaba que ambas partes quieren llegar a un acuerdo y que Alba no conocía la diferencia entre “separación de bienes” y “liquidación”.
Tan solo cinco minutos después, salía Feliciano López, una vez más con el semblante serio y sin hacer ninguna declaración.
El principal motivo de discordia del matrimonio es la disolución, y posterior liquidación, de los gananciales. Feliciano y Alba se casaron el 17 de julio de 2015 en régimen de gananciales y, siete meses después, y por iniciativa del tenista, firmaron la separación de bienes.
Esto sucedía en el mes de febrero de 2016 y, en dicho acto, una cláusula indicaba que en ese mismo acto se liquidaban dichos bienes gananciales. Alba Carrillo reclama para firmar su divorcio que se efectúe dicha liquidación ya que nunca se llevó a cabo y que, por tanto, se le entregue el 50% de todo lo generado por el matrimonio durante el periodo en cuestión.
Dentro de este saco de beneficios hay dos apartados, los activos y los pasivos. Los primeros incluyen los ingresos por torneos del tenista, por publicidad, el rendimiento de sus otros negocios en el sector inmobiliario, etcétera.
Feliciano es contrario a dicho planteamiento puesto que valora que con lo firmado ya se dio todo por liquidado y que no había nada en común. Hoy, es el juez el que va a formar inventario y confeccionar, con la documentación que le entregan las partes, cuál es el exactamente el contenido en bienes y patrimonio de esa sociedad que formó el matrimonio y que habría que repartir.
La prensa ha preguntado a Alba Carrillo si le vale el esfuerzo de pasar por un trance que la está desgastando y sobre el que no tiene garantías de victoria y su respuesta es clara: “Es una cuestión de dignidad. Me ha vapuleado mediáticamente y voy a luchar hasta el final por lo que me pertenece por ley".