Primero fue el beso de Marina y su novio Bastian, y ahora, el de Raoul y Agoney. Esta edición de OT va de dar visibilidad a todos aquellos amores que no se habían sentido reflejados con anteriores ediciones del concurso. No hablamos de darse un besito para hacer el tonto, no. Hablamos de un beso con sentimiento, capaz de transmitir al publico que anoche se quedó atornillado al sofá mientras estos jóvenes narraban una historia de amor a través de su canción.
Se trataba del tema ‘Manos vacías’, de Miguel Bosé y Rafa Sánchez, y, entre ellos una tremenda complicidad, “química”, que dijo Mónica Naranjo. Los dos estuvieron soberanamente bien a nivel vocal, pero, sobre todo, de manera interpretativa. Hicieron sentir, que de eso se trata, ¿no? La actuación no fue un conjunto de notas vacías, sino que el espectador que lo contemplaba desde casa entendía la historia que se le estaba contando. Pequeños toques en el hombro. Roces. Miradas. Un juego que, como dice la canción “nos da la vida”. Y vaya si nos la dio. Cuando España entera contenía el aliento en la nota final porque sabía lo que venía a continuación (¡lo habíamos visto en el pase de micros!), se produjo el momentazo: el beso. Eso sí, un piquito bastante más corto y casto que se dieron en la Academia. Agoney se acerca a los labios de Raoul que lo recibe con una sonrisa. Y todos chillamos. El beso era entre ellos pero era un acto de amor universal. De nuevo, TVE apostaba por la visibilidad a todos los tipos de relaciones. “Un pequeño paso para el hombre... Gracias Raoul y Agoney. Agradecido eternamente #OTGala7”, les dedicó Javier Ambrossi.
Pero las historias de amor a veces tienen reversos amargos y esta también lo tuvo. Tras dejarnos a todos embelesados, llegó la realidad: las valoraciones del jurado. Lamentablemente, las decisiones de este ‘rompían’ el dúo, obligando a Agoney a cruzar la pasarela y a Raoul a quedarse en el banquillo de los nominados, junto a Cepeda que, otra semana más, vuelve a repetir posición.