A nadie le gusta que se le acaben las vacaciones. Sobre todo, cuando ha disfrutado a tope de los días libres y se lo ha pasado tan bien como Mila Ximénez en la casa menorquina de Jorge Javier. Tal y como ha contado nuestro presentador de cabecera en su blog, la visita de Mila y María Patiño ha sido de lo mejor del verano. Tanto fue así que incluso acabaron llorando durante la despedida -ay, ¡qué tiernos!-. Con ese recuerdo, ¿quién puede volver a trabajar con el optimismo por las nubes? ¡Nadie!
Mila volvía a Sálvame tras unos días alejada de todo y el programa quería recibirla como se merece. Hasta ahí, todos de acuerdo. El programa sin Mila no es lo mismo. Funciona, sí, pero se echa mucho de menos la entrega de la colaboradora. El problema vino cuando la dirección organizó un recibimiento que tenía ya todas las papeletas para no acabar demasiado bien. Emulando nuestra portada, se agenciaron una barca para que la colaboradora entrase en plató como una auténtica diosa del mar. ¿Todavía no se han dado cuenta de que a Mila lo de los disfraces y la parafernalia no le gusta demasiado?
Como era de esperar, Mila subió a la barca pero sin muchas ganas. “Te lo he dicho. Mira que te lo he dicho. La barca esta, ¿para qué?”, afirmaba la colaboradora. Aunque lo peor estaba todavía por llegar. ¡No se puede dejar una barca cerca de Paz Padilla! Ya sabemos cómo terminan las bromas de la presentadora -que se lo digan a Marco Ferri-. Por suerte, todo pudo llegar a buen puerto hasta que, claro, le ofrecieron un regalo a Mila que le iba a gustar todavía menos que la barca. “¿No me digas que me has hecho un corpóreo?”. Madre mía...
Menos mal que si hay alguien en Sálvame que puede combinar el enfado con el humor, esa es Mila. Aunque se enfade, el público siempre termina llorando de risa con las salidas de la colaboradora. El pobre corpóreo de su fotografía en bañador acabó hecho trizas. Ay, Mila, ¡cuánto te habíamos echado de menos! Estos momentazos no nos los da nadie. ¡Bienvenida!