Es bonito que te alcancen las flechas de cupido. Mucho más si se trata de amor a primera vista y a una edad avanzada. Aunque nunca se pierde la esperanza, llegada la vejez, no es fácil encontrar al amor de tu vida. Ya no se está para tonterías y se tiene muy claro lo que se busca y lo que no. María Teresa (81 años), una modista jubilada de Benalmádena (Málaga), es de esas mujeres que no deja que sus sentimientos la confundan. O cumple con sus requisitos o los manda a pasear.
Estuvo 23 años sola después de separarse del padre de sus hijos y no quiso saber nada de temas del corazón. "Antes me sentaba bien estar sola pero ya, poco a poco, me he ido cansando de esta monotonía", le ha contado a Carlos Sobera (64 años) a su llegada a ‘First Dates’ todavía con mucho acento alemán, fruto de los 45 años que residió en el país: "Mi padre se enamoró de nuevo y nos trasladamos. Yo ya me casé, trabajé y volví a España hace 14 años".
En lo primero que se fija en un hombre es en los zapatos. No si están limpios, sino si son bonitos. Quiere a un caballero que sepa vestir y tenga buen gusto. Cuando ha visto a Diego (78 años), un contable jubilado de Huelva, ni ha mirado a su calzado. Le ha bastado echar un vistazo a su cita para darse cuenta de que es su hombre.
Aunque le hubiera gustado que fuese un poco más alto, no hay duda de que Cupido ha hecho de las suyas con la modista jubilada. "Coño, ¡qué buena impresión! Además no es finita como me gustan, con carnecita porque a mí no me gustan los huesos", ha espetado él, dando buena cuenta de que le da el visto bueno.
Diego ha metido la quinta marcha nada más verla. "Es muy normal y corriente como yo busco, yo no quiero un monumento ni quiero nada del otro mundo", ha dicho sobre ella después de una breve conversación. No ha tardado ni diez minutos en invitarla a vivir con él en Huelva.
"Trabajaba de jefe de contabilidad y ganaba unas 50.000 pesetas al mes de aquel entonces. Me prejubilé y tengo un piso estupendo", le ha comentado durante la cena. La cara de María Teresa ha sido de satisfacción absoluta porque, como dice ella, es algo importante: "Un hombre que tenga menos yo no porque uno siempre quiere subir un escalón más en la vida y no quiero bajar".
María Teresa le ha dado mucha importancia a su patrimonio, pero sobre todo a su cama después de que la invitase a vivir con ella. "¿A ti te gustaría venir a Huelva?", le ha espetado mientras que le da la mano. No ha dudado en decir ‘sí’. "Me gustas mucho ya de verdad. Me encantas", le ha contestado, mientras que Diego ha reconocido que es su prototipo porque es rubia. Ha sido ahí cuando María Teresa ha preguntado todo tipo de detalles sobre la vivienda: si está en la playa, el piso… y, de repente, el tamaño de su cama. La decepción ha sido máxima cuando le ha dicho que tiene las medidas estándar de una de matrimonio.
"Yo la tengo de 1,50 metros pero la quiero de 2x2. Estoy acostumbrada a Alemania a tener camas grandes y eso no es bueno. Se pueden hacer todas las cosas del mundo y abrazarnos y tal y cual, pero cuando llega la hora de dormir, cada uno en su espacio porque es lo mejor que hay para el cuerpo", le ha explicado. Después de bailar un pasodoble en el reservado y darse unos tiernos besitos, incluso de que Diego soltase alguna lagrimilla de emoción por encontrar a su alma gemela, ambos han puesto rumbo a su nueva vida sin la necesidad de que los trabajadores de ‘First Dates’ le hiciesen la gran pregunta en la decisión final.