La actriz Millie Bobby Brown (te suena de Stranger Things) sorprendió a todos en la red carpet de su nueva película, que ha conquistado el TOP 10 en Netflix en apenas una semana. Su nueva imagen, madura y alejada de la niña que conocimos en la serie ambientada en los ochenta que todos conocemos, hizo que los medios estallaran en críticas.
Estos comentarios punzantes, de los que la actriz se ha defendido con valentía, no han conseguido opacar el resultado de su trabajo: una película muy peculiar de ciencia ficción que nos sumerge en una sociedad al borde del colapso que parece demasiado real. Si todavía no lo has visto, estás a tiempo, porque está arrasando en Netflix y se ha convertido en una de las cintas más comentadas del momento.
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Una ucronía que asusta
Olvídate de las distopías que has visto hasta ahora en pantalla. Estado eléctrico, la nueva apuesta de Netflix en el campo de la ciencia ficción no tiene nada que ver con el futuro catastrófico que hemos visto en producciones como The Last of Us o El Cuento de la Criada. No, la nueva película de Millie Bobby Brown nos lleva de vuelta al pasado, para preguntarnos, ¿qué habría pasado si…?
Estamos ante lo que se conoce como una ucronía, es decir, una historia de ficción que se basa en una realidad alternativa a la nuestra. Como en El hombre en el castillo. En este caso, la sociedad dio un vuelco cuando los robots se rebelaron contra nosotros. Pedían derechos, no estar esclavizados bajo el yugo de la humanidad. Pero los seres humanos no estaban dispuestos a compartir su parte del pastel.
Como respuesta, comenzó una guerra que acabó con cientos de bajas (humanas y robóticas). Todo parecía perdido hasta un genio de la industria tecnológica desarrolló unos visores que permitían a los seres humanos habitar estructuras robóticas con las que podían luchar en igualdad de condiciones contra los robots puros. El problema vino al acabar la guerra.
Esta tecnología permite a las personas habitar, al mismo tiempo, dos unidades robóticas. Así, mientras una primera parte de su conciencia trabaja, una segunda disfrutar sin límites del ocio. Este tema, por desgracia, no se aborda demasiado en la película, pese a ser muy interesante. Porque es en este contexto en el que nos encontramos a Michelle Greene (Millie Bobby Brown), que se niega a usar estos visores y aboga por vivir en el mundo real.
La joven ha perdido a sus padres y a su hermano. O eso parecía. Porque un día (no te estoy haciendo spoiler, todo esto sucede en los primeros diez minutos de la cinta) un extraño robot infantil aparece en su casa de acogida para volver su mundo patas arriba. De alguna forma, la conciencia de su hermano ha acabado habitando ese robot para pedirle que lo rescate de donde sea que esté en realidad.
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Una historia con luces y sombras
La premisa de la historia es interesante, y con la polémica que suscitó el cambio de imagen de su protagonista, Millie Bobby Brown, la película debutó en Netflix captando el entusiasmo del público.
La cinta entró en el TOP 10 de lo más visto de la plataforma desde su estreno, y ha permanecido ahí varias semanas. Sin embargo, ya hay quienes la califican como “el mayor fracaso de Netflix desde Rebel Moon”. Y es que teniendo en cuenta los casi 320 millones de dólares que ha costado, necesitaba hacer cifras históricas para resultar rentable, y se ha quedado con unas modestas 47,7 millones de visualizaciones. Nada que ver con otras apuestas fuertes de la plataforma de este año, como De vuelta a la acción, que acumula ya más de 140,5 millones de reproducciones.
Lo cierto es que la película tiene sus luces y sus sombras, sus aciertos y sus desatinos. Bobby Brown y su coprotagonista, Chris Pratt, mantienen un buen ritmo y este último apunta ese punto de humor que hace que la cinta se mantenga. Sin embargo, el guion, que comienza prometedor, se desinfla hacia la mitad de la película. El final, sin embargo, merece la pena. Y perdonando resoluciones poco imaginativas y algún que otro deux ex machina, el resultado consigue un aprobado y resulta entretenida.
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Efectos especiales y escenas de acción
Lo más sobresaliente de la cinta son sin duda los efectos especiales y las escenas de acción que vemos en pantalla. Con una ambientación cuidada al detalle, vemos en pantalla a robots de diez metros de altura, parajes devastados y tecnología puntera en funcionamiento, todo ello con un resultado bastante convincente.
Su moraleja final es también poderosa, y nos recuerda en tiempo de pantallas y redes sociales que la vida real no tiene nada que ver con la conectividad. Por más que los resultados no hayan sido los esperados, Estado Eléctrico es una de esas cintas que los amantes de la ciencia ficción disfrutarán y el resto de nosotros puede disfrutar con unas buenas palomitas. Divertida, entretenida y con un mensaje poderoso. Y lo mejor de todo: la tienes en Netflix y dura a penas dos horas.