No hay nada más bonito que conocer a alguien y sentir que es el amor de tu vida. Da igual la edad que tengas. Si no que se lo digan a Juan que, a sus casi 87 años, está convencido de que ha encontrado a su media naranja en 'First Dates'. El operario jubilado de Ciudad Real está tan bien que hasta ha sorprendido a Carlos Sobera (64 años) a su llegada al restaurante. "Soy una persona que me muevo mucho, me mantengo muy activo y quieras que no, eso ayuda a estar mejor de salud y conservarte. Hay que hacer vida sana", ha comentado.
Se sigue ilusionando igual o más que un quinceañero ante la idea de compartir su vida con una mujer. "Hoy vengo a enamorarme de una mujer que espero que sea normal, sencilla, que haga actividades y que la tenga para compartir, salir y andar un poquito. También para hacer un viajecito al año si hay posibilidad", le ha contado a Carlos Sobera. Como detalle para su cita, le ha dejado un poema de su puño y letra. Otra muestra más de que no ha perdido ni una pizca de romanticismo a su edad.
Lucinda (84 años), una cuidadora jubilada de Vigo, le ha gustado ¡y mucho! "La mujer me ha encantado. Hablando en castellano, de arriba a abajo", ha apuntado a las cámaras de ‘First Dates’. Las primeras impresiones de ella también han sido buenas, especialmente después de leer las palabras que le ha escrito. "No dejes de creer en el amor solo porque en tu camino existen personas que no supieron amarte", ha leído Juan ante el asombro de ella.
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Sin prácticamente conocerse, ambos ya han empezado a hacer planes de todo tipo. "Siempre que él quiera venir a Vigo, yo me puedo quedar con él en un hotel, en mi casa de momento no porque vive un nieto encima", ha comentado a las cámaras de ‘First Dates’ antes de que Juan la terminase de conquistar al confesarle que ni bebe ni fuma. "No soy hombre de bares", le ha dicho. Su cara ha sido de satisfacción.
Curiosamente lo que menos le ha gustado de su cita es que se apañe perfectamente en casa: "No soy vividor, llevo mi casa, hago la compra, también me guiso…". "Yo que sea tan apañado no, porque para eso estoy yo. Es verdad que la necesidad... o vete tú a saber cómo era su mujer. Yo creo que él puede ayudarme a mí en muchas cosas pero la mujer seré yo para la comida, si tengo salud. Un marujo en casa tampoco lo quiero", ha admitido la jubilada.
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La cita ha sido perfecta, excepto por un pequeño detalle. En el reservado, Lucinda le ha tenido que parar los pies a Juan. El jubilado tenía permiso para besarla como amigos pero sin mordisco y, aunque se ha comportado, sí que es cierto que ha intentado darle un tercer beso en la mejilla. "Vale, venga", le ha dicho, dejándole claro que todo tiene su tiempo y su lugar. "No, aquí un beso no", ha añadido tajante.
Lucinda ha llegado al cuarto de la decisión final pidiéndole que se sentase de forma muy tajante. Sin embargo, no hay duda de que Juan se ha ganado su corazón porque ha terminado dándole ese ósculo que tanto quería y con la promesa de un futuro juntos. "Para toda la vida", ha apuntado Juan.