En general, seguimos asociando infarto a sexo masculino, "cuando la mortalidad es 30 veces más elevada entre las mujeres", asegura la endocrina Carme Valls-Llobet en su obra Mujeres invisibles (Debolsillo). ¿Por qué? Porque en la mujer "aparece en edad superior a la del hombre, con una enfermedad arteriosclerótica más avanzada –explica Laura López, adjunta del Servicio de Cardiología del hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona)–. Además, en episodios agudos de miocardio, la mujer tarda más en acudir a la consulta y el diagnóstico se hace también más tarde".
El 'problema' es que su sintomatología es inespecífica: "Muchas explican molestias torácicas no claramente opresivas, con sudoración, malestar general o falta de aire –dice la doctora López– "y en un 30% de los casos, presentan solo síntomas de alteración de estómago, como si existiera un estado nauseoso o una indigestión", apunta Carme Valls.
Desde la Federación Española del Corazón dan un dato más que debemos tener en cuenta para que el infarto femenino no pase por alto y se aborde demasiado tarde: días antes del episodio cardíaco, la mujer "puede sufrir insomnio, ansiedad o debilidad". El dolor torácico típico es en ellas "menos específico".
Ojo con la píldora
Otra especificidad de la mujer en relación con el infarto es que tenemos algún factor de riesgo añadido a los que compartimos con los hombres (principalmente la falta de ejercicio y la mala alimentación). Uno de ellos es tomar la píldora anticonceptiva. Esta evita la ovulación aportando hormonas extras al organismo, lo que aumenta el riesgo de que se formen coágulos en los vasos sanguíneos. Para el corazón son mejor los anticonceptivos no hormonales.
Por otro lado, cuando la época fértil de la mujer acaba, su riesgo cardiaco aumenta, pues los estrógenos dejan de ayudarla a aumentar su colesterol bueno. Ahora bien, la terapia hormonal sustitutiva no protege el corazón femenino, es un factor de riesgo más.