Un nuevo ciclo se pone en marcha en primavera. Puede notarse el soplo de vida que recorre la naturaleza y también, quizá, la sangre como savia nueva llegando hasta el último rincón de nuestro cuerpo, incluso si podemos sentirnos cansados, débiles o susceptibles.
«La primavera la sangre altera», reza el dicho, y los médicos chinos estarían de acuerdo, puesto que su tradición relaciona esta época del año con el hígado, una de cuyas funciones se considera que es almacenar la sangre.
La agitación vital que altera el cuerpo en primavera se explicaría también en un plano emocional porque tanto el hígado como su pareja energética, la vesícula biliar, son órganos que la medicina china asocia a la capacidad de decisión y a la ira o la rabia. La vesícula representa esta emoción incluso en lo fisiológico, como depósito de una sustancia tan amarga, aunque al mismo tiempo útil, como la bilis. De ahí que se considere que los disgustos y los enfados reprimidos puedan llegar a perjudicar al hígado o la vesícula, favoreciendo inflamaciones o cálculos, por ejemplo.
Pero no solo la ira y los disgustos pueden bloquear la energía o chi del hígado. También los malos hábitos alimentarios y el abuso de fármacos y bebidas alcohólicas: el hígado procesa todos los tóxicos que se ingieren, así como los excesos proteicos o de grasas.
La medicina naturista aconseja, en esta línea, llevar a cabo en primavera una cura depurativa que permita al organismo librarse de lo acumulado en invierno y poner un poco de orden tanto en lo físico como en lo mental.
Es un buen momento para deshacerse de lo que ya no sirve y definir las intenciones que han de guiar el futuro inmediato, porque todo lo que ahora renace llegará en verano a su máximo esplendor.
Mejorar la digestión
Como apoyo a un ayuno o una dieta depurativa, o sencillamente como una manera de ayudar al organismo a renovarse, el yoga propone algunas posturas o asanas que pueden beneficiar al hígado porque presionan los órganos abdominales. Las posturas invertidas (como Sirsasana, el equilibrio sobre la cabeza), las torsiones y las flexiones hacia delante reposicionan los órganos digestivos. Mantenerlas respirando profundamente resulta muy beneficioso para la digestión. Se puede incluso respirar imaginando que se lleva el aire, la consciencia o la energía a cada órgano específico.
Permaneciendo en la postura en silencio y centrándose en las sensaciones que surgen de forma natural, se aprende a escuchar, a esperar y a conocerse. Puede que el alivio de la tensión en ciertas partes del cuerpo lleve a experimentar una descarga de emociones contenidas. El yoga es una práctica integral en cuya misma definición (yoga significa «unión» o «vínculo») está implícito su propósito de unir cuerpo, mente y espíritu, para aumentar la vitalidad y la paz mental.
El llamado «yin yoga», que está ganando adeptos como práctica complementaria a un yoga más dinámico, mantiene las posturas de 2 a 7 minutos y trabaja las articulaciones correspondientes a los meridianos (líneas energéticas) que desea desbloquear. En este caso, los del hígado y la vesícula biliar fluyen, según la medicina china, por la cara interna y externa de las piernas, respectivamente.
Técnicas de purificación
Al margen de las posturas, el yoga cuenta con un repertorio de técnicas de purificación corporal (kriyas) o rutinas de limpieza que ayudan al cuerpo a eliminar toxinas. Una de ellas es la ducha nasal Jala Neti, que limpia a fondo la mucosa nasal con la ayuda de un recipiente (lota) lleno de agua salada. Otra técnica consiste en limpiar la lengua con un raspador de madera. Y Vamana Dhauti propone llenar el estómago con agua para provocarse luego el vómito. Además, otros kriya son: Uddiyana Bandha, por el que se contrae toda la región abdominal hacia atrás y se eleva hacia el esternón, lo que tonifica los órganos abdominales y elimina toxinas del tracto digestivo; y Nauli, en el que los músculos y órganos abdominales se mueven lateral y verticalmente en un movimiento oscilatorio.
Limpieza intestinal
Para limpiar en profundidad el tubo digestivo y deshacerse de las sustancias incrustadas en sus paredes, que no se eliminan con las evacuaciones habituales, el yoga utiliza la técnica de Shank Prakshalana. En esencia, consiste en beber agua salada y hacer que, con la ayuda de unos movimientos simples, recorra todo el intestino desde el estómago hasta la salida. El ejercicio se repite hasta que el agua sale tan limpia como entra.
André Van Lysebeth, gran impulsor del yoga en los años sesenta, dedica a este procedimiento un capítulo entero de su obra Perfecciono mi yoga. Se trata de una técnica muy superior a la lavativa, pues limpia el sistema digestivo desde arriba hasta abajo, y una buena alternativa doméstica a la hidroterapia del colon. Quizá lo único que pueda resultar un poco desagradable sea beber agua caliente salada.
El proceso requiere más de una hora y se recomienda llevarlo a cabo por la mañana, en ayunas. Se vierten 5 o 6 gramos de sal (una cucharada de postre rasa) por litro de agua y se calienta a unos 30 ºC. El agua debe estar salada porque de otro modo se absorbería por ósmosis a través de la mucosa y se evacuaría como orina. Para que resulte menos extraño se puede pensar que se está tomando un consomé.
El esquema del proceso es: beber un vaso de agua salada caliente, efecuar los movimientos que se describen en el recuadro de arriba, beber otro vaso de agua, volver a ejecutar los movimientos: y proseguir así hasta unos seis vasos, aunque al tercero o cuarto pueden sentirse deseos de ir al lavabo. Se suele producir entonces una primera evacuación.
Si no ocurre así tras beber unos dos litros, hay que volver a hacer los movimientos, sin beber agua. Si, cosa extraordinaria, tampoco se produce el resultado, se ha de recurrir a una lavativa de medio litro que ponga en marcha el peristaltismo intestinal. Una vez se expulsan las primeras heces, el proceso sigue su curso de forma automática.
Después de cada evacuación, o incluso antes de empezar, puede ser útil enjuagar el ano con agua tibia, secarlo y lubricarlo con aceite virgen de oliva, para prevenir que se irrite con la sal.
Tras ir al lavabo por primera vez hay que beber otro vaso de agua caliente salada, efectuar de nuevo los movimientos y volver al lavabo. Se prosigue alternando el beber con los ejercicios y la evacuación hasta que el agua salga tan clara como entra, lo que suele ocurrir a partir del séptimo u octavo vaso. Entonces ya no es necesario hacer nada más, aunque en la próxima hora se seguirá yendo al lavabo. Hay que reposar y evitar enfriarse.
La primera comida
El estómago no debe permanecer vacío, así que entre un mínimo de media hora y un máximo de una hora después del ejercicio se ha de empezar a comer arroz blanco (no integral, ya que la cáscara irritaría la mucosa intestinal), cocido en agua, incluso en exceso, y aderezado con mantequilla derretida. En las primeras 24 horas se desaconseja tomar leche, yogur, bebidas ácidas o alcohólicas, frutas y legumbres crudas.
Es normal tener mucha sed tras el ejercicio ya que la absorción de agua salada drena, por ósmosis, una parte de los líquidos del organismo hacia el tubo digestivo, pero no hay que beber ningún líquido antes de la primera comida, porque si no se continuaría estimulando la expulsión de líquido por vía anal.
Realizada una o dos veces al año, esta es una práctica depurativa al alcance de cualquier persona con un aparato digestivo en buen estado. Detrás de ella se intuye una sabiduría de otra época que no parece encontrarse en el mundo estresado y estreñido de hoy.
Un masaje suave al hígado
Fricción. Se puede masajear el hígado friccionando los dos costados oblicuamente desde las axilas hacia el ombligo. Al estimular esta zona se tonifica el hígado para que mejore sus funciones básicas.
Torsiones. Todas las posturas de yoga que implican una torsión de la columna vertebral ayudan a desbloquear y purificar el hígado y la vesícula biliar porque realizan un masaje interno a los órganos abdominales y movilizan el diafragma. Es el caso de Ardha Matsyendrasana (media torsión en posición sentada, como en la foto de la derecha) o Jathara Parivartanasana (torsión tendido de espaldas con los brazos en cruz, las piernas dobladas hacia un lado).Estas torsiones también masajean suavemente la zona lumbar.
Posturas que tonifican el hígado
Masaje abdominal. Flexiona la pierna izquierda llevando el talón a la cadera derecha. Pasa la pierna derecha por encima y coloca el pie junto a la rodilla izquierda. Con el brazo izquierdo abraza la rodilla derecha y coloca el brazo derecho detrás de la espalda. Gira el tronco y la cabeza a la derecha. Mantente así 20 segundos, deshaz la postura y repítela al otro lado.
Abrir caderas. Esta es una variación de la postura de la mariposa (Baddha Konasana). Siéntate en el suelo juntando las plantas de los pies lejos de la pelvis. Extiéndete hacia delante desde la cadera. Mantén juntas las plantas de los pies mientras respiras suavemente. Permanece unos tres minutos relajándote en la postura y dejando que el peso del tronco estire la parte externa de los muslos, por donde pasa el meridiano de la vesícula biliar según la medicina tradicional china.
La paloma. La preparación para «La paloma» (Eka Pada Rajakapotasana) empieza apoyándose en manos y rodillas. Lleva la rodilla derecha adelante entre las manos y coloca el pie derecho debajo del cuerpo, apuntando a la izquierda. Extiende la pierna izquierda atrás y descansa la pelvis en el suelo. Desliza las manos hacia delante y baja los codos al suelo. Evita forzar la rodilla ajustando la postura de la pierna. Deja que la respiración sea profunda mientras te relajas en la postura unos tres minutos. Para salir de ella, siéntate de lado y junta las piernas. Luego vuelve sobre el lado opuesto.
El arco tensado. Esta es una versión del «Arco tensado» (Akarna Dhanurasana). Con las piernas extendidas, dobla la rodilla derecha y lleva la pierna hacia el pecho. Mantén la espalda todo lo recta que puedas. Pasa el codo derecho por debajo de la pierna doblada y junta las palmas. Permanece un minuto en la postura, deshazla y repite con la otra pierna.
Cara de vaca. (Gomukhasana). Siéntate con las piernas juntas y estiradas. Dobla la pierna izquierda por debajo de la derecha y coloca el talón izquierdo en el suelo, cerca de la cadera. Acomoda la pierna derecha sobre la izquierda para que el pie derecho se acerque a la cadera izquierda. Ajusta las piernas para que la rodilla derecha quede por encima de la izquierda. Descansa sobre los dos lados de la pelvis y siéntate recto, estirándote. Deja las manos a los lados de las rodillas. Para profundizar en la apertura de cadera, inclínate adelante.
El ángulo sentado. (Upavishta Konasana). Siéntate en el suelo con las piernas separadas, estiradas y simétricas. Lleva las manos al suelo e inclínate adelante desde las caderas. Relaja la espalda y mantén unos tres minutos la postura, respirando profundamente. Estira la parte interna de los muslos y abre la parte posterior de las piernas.
La mariposa. (Baddha Konasana). Siéntate en el suelo (o sobre un cojín para mantener recta la zona lumbar). Junta las plantas de los pies y lleva los talones hacia la pelvis. Sujeta los pies con las manos, abre las rodillas y llévalas hacia el suelo. Concéntrate en la pelvis y la parte interna de los muslos y relaja la articulación de la cadera. Para profundizar el estiramiento, estira la parte inferior de la espalda e inclínate hacia delante desde las caderas. La combinación de apertura de cadera e inclinación hacia delante que se alcanza con esta postura estira la parte interna de los muslos, los bíceps femorales y los rotadores de cadera (se pueden sentir en el interior de los glúteos).
El medio puente. Esta postura es una preparación de «El puente» (Urdha Dhanurasana). Acuéstate de espaldas, flexiona las piernas levantando las rodillas y separa los pies el ancho de la cadera. Los brazos descansan en el suelo junto a los costados. Levanta la pelvis y luego toda la columna, vértebra a vértebra, y entrelaza los dedos y una palma contra la otra, para mantener los hombros lejos de las orejas. Mantén la postura un minuto, respirando profundamente, y sal de ella poco a poco, estirando la zona lumbar y relajando los glúteos. Repítelo de 5 a 7 veces para estirar la parte anterior del tronco, que ha estado comprimida durante la sesión.
Limpieza intestinal
El yoga propone limpiar de arriba abajo el tubo digestivo bebiendo unos dos litros de agua caliente con sal. Cada vez que se bebe un vaso hay que realizar estos movimientos
De pie, con los pies separados, estira los brazos por encima de la cabeza, con los dedos entrelazados y las palmas hacia arriba. Inclina el tronco a un lado y a otro, sin detenerte. Repítelo cuatro veces.
Para hacer avanzar el agua por el intestino delgado, extiende el brazo derecho en horizontal y dobla el izquierdo hasta que el pulgar toque la clavícula derecha. Rota el tronco llevando atrás el brazo extendido y, sin parar, vuelve a la posición inicial y haz lo mismo hacia el otro lado. Repítelo cuatro veces.
Efectúa una variante de «La cobra»: con solo las palmas y los dedos de los pies tocando el suelo, gira la cabeza, los hombros y el tronco hasta que puedas ver el talón opuesto. Hazlo a uno y otro lado, sin detenerte, cuatro veces.
En cuclillas, con las manos sobre las rodillas, gira el tronco y lleva la rodilla izquierda hacia abajo, al lado del pie contrario. Mira hacia atrás para acentuar la torsión del tronco y presionar el abdomen. Es preferible comprimir primero el lado derecho del abdomen para empezar presionando el colon ascendente. El movimiento, a un lado y a otro, se ha de repetir cuatro veces.