Lo primero, escoger la textura que te conviene
Barra. Es el más cubriente. En caso de que lo emplees para camuflar las ojeras, búscalo con consistencia cremosa para evitar que se agriete con el paso de las horas. Escoge, en cambio, una textura más seca, si vas a utilizarlo para tapar venas dilatadas o manchas: se adherirá mejor a la piel y te durará más.
Compacto. Ofrece tanta cobertura como la barra. La diferencia es que el corrector compacto incorpora más ingredientes hidratantes y es menos denso. Se comercializa con acabado en crema, en polvo... Para las pieles acnéicas son ideales las versiones sin aceites.
Líquido. Resulta sobre todo útil para hacer retoques rápidos pues sobre él no hace falta aplicar luego base. De cobertura muy ligera, existe en versión bolígrafo, en tubo y con aplicador de esponja.
Lápiz. Es ideal cuando se trata de cubrir granitos, pecas... en general imperfecciones pequeñas que requieren de precisión. Puedes también usarlo como perfilador de labios.
En espuma. Fácil de aplicar, resulta muy ligero. La cobertura que ofrece es media y no se cuartea durante horas. Es una buena opción para zonas extensas, como pueden ser las ojeras.
El tono que hará que nadie lo perciba
Es fundamental, antes de comprarlo, que lo pruebes con luz natural y en la zona donde piensas emplearlo. Si hace falta, sal a la calle y asegúrate de que se funde con tu piel perfectamente. Recuerda que debes emplear siempre poca cantidad y difuminarlo muy bien. A partir de ahí, cada elemento a camuflar requiere un color de corrector diferente.
Bajo los ojos. Las ojeras violáceas se camuflan si el corrector es amarillo; en cambio, en caso de ser marrones, apuesta por el corrector beis. Cuando lo que tengas que disimular sean bolsas, lo que debes hacer es utilizar sobre ellas (únicamente sobre la parte hinchada) un tono más oscuro que el del resto de la cara. Y nunca cometas el error de aplicarte polvos nacarados o iluminador encima porque se verán aún más abultadas.
Granitos. Cuando tienden a rojo, hay que aplicar un corrector verde sobre él y sobre la zona que lo rodea con suaves presiones de los dedos. Después se pone la base, para igualar con el tono de la piel. Si los granitos son blancos, utiliza un corrector beis medio tono más oscuro que tu piel. En este último caso, primero debes aplicar la base y encima el corrector. Los granos quedan en general más disimulados cuando el corrector es cremoso, no en polvo.
Manchas. Si son especialmente oscuras, el corrector apropiado tendrá uno o dos tonos más claros que la piel. Si son más claras, hay que elegirlo medio tono más oscuro.
Por último, un truco
Si quieres que tu rostro tenga un aspecto natural pese a haberte aplicado correctores varios, disponlos sobre el rostro mediante sucesivas capas finas (en lugar de una gruesa) y difumínalas muy bien.